A medida que se utiliza un coche eléctrico, sobre todo por los ciclos de carga y descarga, la batería que alimenta al sistema motriz va degradándose progresivamente. Hay baterías que se ven más afectadas que otras, y por eso la marca norteamericana especializada en coches eléctricos ha publicado un informe específico del Tesla Model S y del Tesla Model X. Según indica la compañía encabezada por Elon Musk, la vida útil de estos modelos va mucho más allá de los 300.000 kilómetros.
Como ya hemos visto a lo largo de los últimos años, que la batería de un coche eléctrico llegue a ‘morir’ y se quede inutilizable es bastante complicado. Ahora bien, lo que sí le ocurre a todos ellos es que los ciclos de carga y descarga van provocando una progresiva degradación. Que, sencillamente, es notable por la pérdida de capacidad de almacenamiento energético. Y esto, para el usuario, se traduce en una pérdida de autonomía máxima del vehículo. En los datos que maneja Tesla, y que acaba de hacer públicos, los Tesla Model S y Tesla Model X son capaces de resistir más de 322.000 kilómetros con la batería original. Y, de media, después de haber completado este kilometraje se retiene el 88% de la capacidad de almacenamiento original de la batería.
Una pérdida media del 12% de autonomía tras 322.000 kilómetros con los Tesla Model S y Tesla Model X
Aunque la degradación de la batería no sigue una evolución constante, de estos datos se puede extraer que tras 322.000 kilómetros, de media, los usuarios de este tipo de coches eléctricos van a seguir disponiendo de un 88% de la capacidad original de la batería; es decir, la que tenía cuando salió de fábrica. Esto se traduce en una pérdida del 12% de la capacidad. Por lo tanto, el usuario de uno de estos coches eléctricos puede esperar que cada 27.000 kilómetros, aproximadamente, se pierda un 1% de la autonomía máxima del modelo.
La compañía ha explicado que, en realidad, la capacidad de retención de la batería no solo se ve afectada por el kilometraje, que por supuesto es un factor importante. También se ve afectada por la antigüedad de la propia batería, según han señalado en el informe. También hay que considerar que estos datos provienen de modelos equipados con celdas 18650 con química NCA, fabricadas por Panasonic en Japón. Es decir, que en cierto modo son datos obsoletos, porque ahora mantienen el mismo formato de celda pero usan una nueva arquitectura para el paquete de la batería.
Los modelos de Tesla están recibiendo innovaciones a nivel de batería de forma casi constante, por eso este tipo de información sobre la degradación de las baterías puede servir como una vaga referencia a tener en cuenta para los nuevos clientes; sin embargo, es una evolución que ni mucho menos tiene por qué cumplirse en los coches eléctricos que se venden a día de hoy. De hecho, a priori los nuevos modelos deberían dar mejores datos de degradación de la batería, sobre todo los que están equipados con baterías LFP.
Sobre las celdas 4680 con química NCM desgraciadamente no tenemos todavía datos fiables porque los modelos que las incorporan llevan demasiado poco tiempo rodando por la vía pública. Lo mismo pasa con las versiones que cuentan con celdas LFP y que, como comentábamos anteriormente, por la simple diferencia de su composición química deberían tener una menor degradación con el paso del tiempo. Este tipo de celdas sabemos bien que sufren de menor degradación con las cargas y descargas; su densidad energética es menor y su autonomía máxima es inferior, pero son capaces de ofrecer una mayor vida útil gracias a esta destacada resistencia a los ciclos de carga y descarga.