Los coches híbridos enchufables se presentaban como la opción perfecta en la transición entre los gasolina y diésel hacia los coches eléctricos. Sobre todo porque combinaban ambas tecnologías y, en muchos casos, se podrían usar como si fueran eléctricos puros. Y al mismo tiempo, igual que un térmico permiten viajar a largas distancias sin miedo a la autonomía. Todo esto, se supone que así debería ser, con unos niveles de emisiones contaminantes mucho menores que un diésel o un gasolina convencional. Sin embargo, este tipo de coches tienen un importante problema y la realidad es que a día de hoy no todo el mundo lo conoce.
La forma en que se debería utilizar un coche híbrido enchufable es sencilla: se debería usar el sistema eléctrico durante el día, aprovechando el máximo de autonomía que pueden dar en modo eléctrico, y durante la noche se debería cargar en casa para volver a usar el sistema eléctrico al día siguiente. La realidad es que, como no hace falta que estén cargados, la gente no los carga. Al menos así ocurre en la mayoría de los casos, en los que los conductores de este tipo de vehículos acaban usando el motor térmico con mucha más frecuencia que el motor eléctrico. Y esto hace que sus prestaciones sean menores a las máximas posibles, que sus emisiones sean superiores, que el ahorro potencial se vea totalmente mermado y que, en definitiva, las bondades de esta tecnología no se aprovechen en absoluto. Un estudio del ICCT señala que los híbridos enchufables solo consiguen alcanzar los estándares de bajas emisiones cuando se enchufan a diario y, en realidad, esto no ocurre en la mayoría de los casos.
Los coches híbridos enchufables no cumplen lo que prometen y, además, sus conductores no los enchufan tanto como deberían hacerlo
Según los datos que revelan, los coches híbridos enchufables, frente a los datos oficiales de los fabricantes, usan la parte eléctrica hasta un 65% menos. Sin embargo, los motores térmicos se usan hasta un 67% más de lo previsto. Aunque la mayoría de los híbridos enchufables tiene una autonomía eléctrica de entre 35 y 55 km, cada vez hay más modelos –sobre todo de gama alta- que son capaces de llegar hasta los 80 km. Sin embargo, en España la DGT solo exige 40 km de autonomía en modo eléctrico para darles la etiqueta Cero que se le da también a los coches eléctricos puros. Y que, por cierto, poco tienen que ver con los híbridos enchufables.
El enorme problema de los coches híbridos enchufables está en que, aunque a día de hoy normativas como la española –de la DGT- los están etiquetando como vehículos ecológicos, por su uso la realidad es que en muchos casos están contaminando más que los coches gasolina convencionales. Y ese es uno de los motivos por los que se ha hecho una importante presión desde Europa para que dejen de comercializarse próximamente. De hecho, aunque en España se les da a muchos de ellos la misma etiqueta que a un coche eléctrico puro, para el año 2035 se retirarán del mercado exactamente igual que los gasolina y los diésel por orden de Europa.
Sobre el papel la tecnología híbrida enchufable pintaba como la opción idónea a medio camino entre los térmicos convencionales y los coches eléctricos puros. Y con una buena autonomía, este tipo de vehículos se deberían poder usar como eléctricos puros en desplazamientos diarios y, sin embargo, ser térmicos mucho más eficientes cuando se va a hacer un viaje de larga distancia. En la realidad, la mayoría de sus conductores no los enchufan y recargan tanto como deberían, y eso se traduce en coches gasolina mucho más pesados e ineficientes y que, sin embargo, tienen etiqueta Cero de la DGT.
Y a pesar de todo esto, que es importante de saber, la compra de un coche híbrido enchufable sigue siendo recomendable a día de hoy. Ahora bien, es recomendable siempre y cuando se exprima su sistema eléctrico en tanto como sea posible. Si de diario se usa el motor eléctrico, y el motor térmico se reserva para viajes y trayectos más largos, las ventajas de este tipo de mecánica son importantes. Y no solo para el conductor y su economía, sino también en relación a su impacto medioambiental.