Actualmente la utilización de los turbos está extendida tanto en motores diésel a los que dio el impulso necesario para poder ser competitivos, como en los motores de gasolina en los que la “moda” del downsizing hace que la utilización de un sistema de sobrealimentación sea casi necesario. Pero, ¿cómo funciona realmente la sobrealimentación? Hay diferencias importantes entre la manera de funcionar de un turbo y de un compresor.
El turbo incorpora dos turbinas, una de admisión y otra de escape. La turbina de escape es movida por los gases generados por la combustión del motor, pudiendo alcanzar esta turbina entre 60.000 y 150.000 rpm. Cuantas más revoluciones alcance la turbina más cantidad de aire pasará a los cilindros con una presión muy alta consiguiendo quemar con mayor eficacia más cantidad de combustible, el turbo al ser movido por los gases de escape no supone una pérdida de energía sino un aprovechamiento de la misma.
El compresor en cambio, está unido al cigüeñal mediante una correa. El accionamiento de la correa hace mover al compresor y este inyecta aire a presión en los cilindros. La principal ventaja del compresor es que al estar unido al cigüeñal del motor en funcionamiento es desde bajas revoluciones, a diferencia del turbo que necesita de cierto régimen para poder generar potencia, por este motivo hablamos del “turbolag” (tiempo de reacción) de los motores turbo que no es más que la falta de potencia a bajo régimen . Los motores con compresor son más progresivos pero por el contrario son menos efectivos a altos regímenes.
¿Es la solución al ‘turbolag’ el turbo eléctrico?
La llegada de los turbos eléctricos puede solucionar el famoso problema del retardo de potencia de los motores con turbo y además mejorar la eficiencia energética pero ¿Cómo funcionan?
La configuración que se está empezando a utilizar es la combinación de un turbo “tradicional” y un turbo eléctrico que funciona a bajas y medianas revoluciones del motor. La aplicación del turbo eléctrico para bajas vueltas es muy sencilla, al no tener retardo, no tenemos sensación de falta de potencia a bajas vueltas.
El turbo eléctrico es movido por unas turbinas eléctricas que no necesitan de los gases de escape para funcionar, de este modo tenemos aire a presión de cero. Cuando el motor adquiere un régimen adecuado puede entrar en funcionamiento el turbo tradicional ya que dispone de suficientes gases de escape como para funcionar con normalidad. Esta es la manera de conseguir una curva de potencia más limpia y lineal.
La incorporación de los turbos eléctricos en los coches de serie trae consigo importantes mejoras de consumo, rendimiento y comodidad en la utilización además de un mejor cumplimiento de las normas anticontaminación que tan severas se están poniendo. Audi ya ha empezado a comercializar coches con turbo eléctrico y el resto de marcas no tardarán en subirse al carro.