Con motivo del Abarth Day en el Circuito de los Arcos en Navarra pudimos probar y comprobar las cualidades del nuevo Abarth 595 Competizione, un evento, por cierto, bastante bien organizado.
Lo primero que tengo que decir es que me encanta, me gusta mucho. Tiene una serie de cualidades que yo personalmente aprecio mucho en un coche. Este Abarth es uno de esos coches que hace bajarte de él completamente convencido, algo que no me ha pasado en al menos los últimos diez coches que he probado. Mezcla la más pura tradición de conducción con elementos modernos que hace que el conjunto sea transparente, intuitivo y desafiante. Un buen ejemplo de que para tener un coche divertido y emocionante no hace falta gastar cifras astronómicas de dinero. Para que esto ocurra basta con que el coche tenga aplomo, agilidad y un buen motor que empuje como un poseso, este Abarth tiene eso y mucho más.
Una vez que arrancamos el motor, el sonido que emiten sus escapes de cuatro salidas Record Monza ya nos transporta a otro estado, no sabes si estas sentado en un deportivo de hace unos años o un V8, el caso es que ya, de alguna manera, empiezas a entrar en materia. Un vez que comienzas a rodar con él te das cuenta de que la dirección es muy precisa, directa y transmite perfectamente lo que está pasando en las ruedas delanteras. La motricidad de este coche merece mención especial. No he conducido un tracción delantera que tenga mejor motricidad que este Abarth, sencillamente es impresionante como las ruedas no pierden demasiada adherencia incluso acelerando a fondo en curvas de segunda marcha, con el escape bufando como si fuera un motor a chorro. El responsable de este comportamiento es un autoblocante Bachi, y respaldándole un control electrónico de diferencial de Abarth (TTC) que hacen un trabajo estupendo. En el capítulo de los frenos nos encontramos con unas pinzas monobloque Brembo de cuatro pistones inagotables, a los que les puedes confiar tu integridad física sin ningún problema.
La agilidad de este coche es sorprendente. El conjunto de la suspensión hace que el coche sea duro cuando tiene que serlo, sin sacarte los empastes en los baches y absorbiendo las irregularidades del asfalto sin botar ni hacer cosas extrañas. Los muelles Eibach y los amortiguadores Koni FSD regresivos hacen que el comportamiento dinámico del coche sea impecable.
El motor se trata de una versión de 180 CV del 1.4 T-Jet. Es un motor de cuatro cilindros, inyección directa, turbo y doble intercooler. El motor empuja muy bien pero hay que decir que es algo tosco, nada que ver con algunos de los 1.4 turbo actuales. Entrega lo mejor de sí cuando pasa las 3.000 rpm, y tiene una ligera sensación de “lag”. Cuando aceleras a fondo es como cuando entras en una tienda y no hay nadie en el mostrador….. ¿Qué? ¿Aquí no atiende nadie? Una vez que la aguja del cuenta revoluciones pasa las 3.000 vueltas el motor se enfada de verdad.
Pero el verdadero punto fuerte del coche son las curvas, y eso fue lo que hicimos. Deambulamos por el Circuito de los Arcos buscando la curva “adecuada”, una cerrada. Ajustamos una velocidad de entrada, sujetamos el volante y aceleramos a fondo para que el autoblocante haga su trabajo. En este momento empiezas a sonreír. Repetimos en la siguiente curva, y la siguiente…. No dejamos de sonreír y preguntarnos donde tiene el límite esta pequeña pelota diabólica. Todo esto se desarrolla en perfecta calma. El coche tiene la rigidez y estabilidad que diferencia a los deportivos de los utilitarios. Además de todas sus cualidades físicas, el Abarth Competizione tiene ese encanto que pocos coches tienen, incluso costando más del doble de dinero, es eso que los franceses llaman Allure.
Pero hay que decir que no todo son cosas buenas. A parte del mencionado funcionamiento del motor, el tema de la ergonomía es profundamente mejorable. El puesto de conducción es cuanto menos raro. El volante solo se regula en altura y muy poco, vas sentado muy alto, incluso con los Sabelt que minimizan un poco este aspecto. Un detalle que me dejó con la boca abierta es que es necesario abrir la puerta para regular la inclinación del asiento. Alguien debería decirle a los chicos de Abarth que solucionen este aspecto.
El Abarth 595 Competizione cuesta 24.950 euros. Por ese dinero hay muchas opciones, está claro. Pero, míralo… Es precioso. Además, en cuanto arrancas y le das unos cuantos acelerones empieza a correrte un veneno por las venas. Es de esos coches en los que la expresión “disfrutar de la conducción” cobra todo su significado. Un autentico matagigantes en carreteras reviradas listo para disfrutar.