Las baterías de iones de sodio lo tienen todo, o casi todo, para suponer una auténtica revolución para el mercado de los coches eléctricos. Son baterías seguras y son hasta un 40% más baratas que las que usan los vehículos eléctricos a día de hoy. Y esto es realmente importante, porque la batería es el componente más caro, con mucha diferencia, de todos los que componen un coche eléctrico. Su mayor pega –y ni siquiera es un problema como tal- es que tienen una menor densidad energética que las baterías NCM y las LFP. Ahora solo les falta una cosa.
Aunque las baterías NCM son las que mejores prestaciones ofrecen para coches eléctricos, es verdad que son más inestables que otras químicas y que son demasiado caras. Precisamente por eso, en contra de lo que hace apenas unos años se creía, las baterías LFP se están imponiendo y son a día de hoy las favoritas de los fabricantes. Dan mayor seguridad, tienen mayor vida útil, admiten cargas y descargas profundas sin degradación –o no tan severa- y además son mucho más económicas. Pero ahora llega un nuevo tipo de batería, que son las baterías de iones de sodio, y pueden ser hasta un 40% más baratas.
Las baterías de sodio tienen un último reto por delante, pero prometen revolucionar el coche eléctrico con costes un 40% más bajos
El último reto que tienen las baterías de sodio por delante está en escalar su producción. Peak Energy, una compañía norteamericana que se ha centrado en su desarrollo, ha señalado que ahora el punto de esta tecnología está en escalar su volumen de producción. Según sus indicaciones, ofrecen en torno a un 30% menos de densidad energética que las actuales baterías de iones de litio, pero es verdad que pueden ser hasta un 40% más baratas. Y esto, evidentemente, para según qué tipo de coches eléctricos puede compensar la pérdida relativa a la autonomía que conllevan las propias particularidades de esta química.
Ahora bien, es que este tipo de baterías tienen también un enorme potencial en otro campo, y es precisamente en el del almacenamiento energético a gran escala. Es decir, como tecnología de soporte a las energías renovables y, especialmente, a la energía fotovoltaica. De hecho, se espera que sea justo en este sector donde se empiecen a usar las baterías de sodio de forma masiva y que, con la evolución que este desarrollo permitirá, se mejoren las prestaciones de esta composición química para más adelante llevarla a los coches eléctricos.
La explicación es muy sencilla: las baterías de sodio tienen que empezar a tener ya sus correspondientes aplicaciones comerciales. Y va a ser ahora, y gracias a este despliegue en productos finales, cuando las compañías que hay detrás de esta novedosa química puedan optimizar su rendimiento aprovechándose también de la economía de escala. En cualquier caso, BYD tiene lista su batería de sodio y tardaremos poco tiempo en verla en algún primer modelo como el BYD Seagull. Y CATL, por supuesto, también está trabajando para ofrecer sus baterías de sodio en los primeros coches eléctricos.
Dentro de muy poco tiempo vamos a ver coexistir tres tecnologías de batería bastante distintas entre sí. Por un lado las baterías NCM para coches eléctricos de alto rendimiento, sobre todo con gran autonomía. En una parte media las baterías LFP, para todo tipo de segmentos pero con autonomías más contenidas y unos precios más ajustados. Y, poco a poco, se irán extendiendo las baterías de sodio entre los coches eléctricos más baratos. Sobre todo los enfocados al uso urbano y con el objetivo prioritario de mantener los costes más contenidos posibles.