Cada vez parece más evidente, y mejor definido, un futuro en el que los coches eléctricos son la única opción. O en el que, como poco, son la opción mayoritaria. Sin embargo, hay multitud de empresas investigando en torno a distintas formas de salvar a los motores térmicos actuales. Y sobre todo a los diésel, porque es el combustible principal para el transporte terrestre y a nivel profesional. ¿Podría el diésel parafínico ser la salvación de los diésel actuales?
El diésel parafínico está desarrollado sobre materiales biológicos residuales, tanto de desecho como bioaceites. Es decir, puede partir sobre la base de algas, grasas animales o la pirólisis. Una de las posibilidades es tan sencilla como el aceite de cocina usado o el serrín de las explotaciones forestales, pero hay otras muchas fuentes posibles. Y en cualquier caso, el diésel parafínico tiene que ajustarse a la norma europea EN 15940; es decir, que está perfectamente regulado y estandarizado ya.
Por qué el diésel parafínico podría salvar a los motores diésel actuales y cómo
Mediante un proceso de hidrogenación, que consiste en transformarlo para eliminar el oxígeno de los triglicéridos de las grasas animales y vegetales, se consigue hidrocarburo de parafina, dióxido de carbono y agua. Este hidrocarburo parafínico es parecido al diésel que utilizamos actualmente, el diésel convencional, pero está libre de azufre, es aromático y tiene un alto índice de cetano. De hecho, es tan parecido al diésel convencional que una gran parte de los motores diésel que se han comercializado a lo largo de los últimos años son compatibles con el diésel parafínico y sin necesidad de tener que llevar a cabo ningún tipo de modificación.
El diésel parafínico tiene varios puntos clave. Su principal ventaja está en que con él se pueden reducir las emisiones de dióxido de carbono entre un 70% y un 95% con respecto al uso del diésel convencional. Así que de una forma relativamente sencilla, y sin tener que retirar los motores diésel actuales, se podrían seguir aprovechando estas mecánicas y, sin embargo, utilizar un combustible más respetuoso con el medio ambiente.
En estos momentos, el posible uso del diésel parafínico de una forma generalizada se plantea como una opción ideal en el proceso de transición hacia el coche eléctrico. A nivel profesional se utiliza el diésel convencional de una forma mucho más extendida que la gasolina, y sobre todo en el transporte de mercancías por carretera. Y sustituir el parque de vehículos diésel, sin ningún tipo de duda, requerirá de algunos cuantos años y un importante gasto para particulares y empresas. Según Volkswagen, la presencia del diésel parafínico debería crecer hasta un 30% en los próximos años y, efectivamente, como salvación a los motores diésel, por lo menos, durante algunos años.