Las baterías de estado sólido son la ‘gran promesa’ del futuro de los coches eléctricos. ¿Por qué? Porque prometen una mayor densidad energética para ofrecer más autonomía, además de que tendrán un menor riesgo de incendio que las baterías de iones de litio. Pero una de las ventajas clave de este tipo de baterías serán los tiempos de carga, que sabemos que con las baterías de estado sólido serán mucho más cortos que en la actualidad. Ahora bien ¿cuándo llegarán las baterías de estado sólido a los coches eléctricos?
Cuándo llegarán las baterías de estado sólido a los coches eléctricos
Volkswagen, como grupo automovilístico –incluyendo a Porsche, Lamborghini, Audi, SEAT, Cupra y Skoda- ha invertido 300 millones de dólares en QuantumScape. Esta empresa está efectivamente dedicada al desarrollo de las baterías de estado sólido y está respaldada también por Bill Gates, el cofundador de Microsoft. El objetivo de esta compañía es llevar las baterías a producción a mediados de década; es decir, que Volkswagen debería tener este tipo de baterías en torno al año 2025, o quizá para el año 2026 coincidiendo con la llegada de su nueva plataforma SSP.
En paralelo, Ford y BMW lideraron una ronda de inversión de 130 millones de dólares en Solid Power, una startup dedicada también a las baterías de estado sólido y establecida en Colorado. Esta compañía pretende presentar su tecnología en torno al año 2027, así que en fechas bastante parecidas a las que está manejando, por el momento, el grupo automovilístico detrás de Volkswagen. Y también Toyota está desarrollando esta tecnología, aunque la implementará inicialmente en vehículos con mecánica híbrida desde el año 2025 según tienen previsto.
Y lo de Toyota es especialmente relevante, porque la marca japonesa considera que esta tecnología, la de las baterías de estado sólido, todavía no está preparada para utilizarse en coches totalmente eléctricos. Ese es el motivo por el que planean empezar por sus modelos con mecánica híbrida, en los cuales es evidente que el tamaño de la batería, su capacidad energética y, sobre todo, su coste, es mucho menor que para un coche eléctrico puro. El gran problema, de hecho, está en que este tipo de batería es todavía demasiado cara para un vehículo totalmente eléctrico.
Y por su parte, hace ya algunas semanas también Nissan anunció que planean lanzar el primer modelo de producción con una batería de estado sólido en torno al año 2028. La intención de todos los fabricantes, o al menos los que más volcados están con esta tecnología, es disponer de sus primeros modelos con batería de estado sólido para antes de terminar esta década. Evidentemente, se trata de una carrera tecnológica y quien llegue primero tendrá su campaña de marketing hecha.
Qué ventajas aportarán las baterías de estado sólido a los coches eléctricos
Las ventajas de las baterías de estado sólido, aplicadas a los coches eléctricos, serán principalmente tres. La primera de ellas es una mayor densidad energética, una mejora sustancial tanto en términos volumétricos como gravimétricos. Esto se traduce en baterías que, para un mismo tamaño en volumen y un idéntico peso, son capaces de ofrecer mucha más capacidad energética que sus equivalentes de iones de litio. Así que en vehículos híbridos, que es por donde empezará Toyota, supondrá poder ofrecer una autonomía en modo eléctrico mucho más generosa, pero sin tener que sacrificar en el peso del vehículo o en el espacio aprovechable de sus coches.
En los coches eléctricos puros, la implementación de baterías de estado sólido va a permitir, efectivamente, ofrecer una autonomía superior. Ya hay estimaciones que apuntan a más de 1.000 kilómetros en equivalentes a modelos que en estos momentos rondan los 500 kilómetros de autonomía. Es decir, al menos duplicar la autonomía de los coches actuales por la simple sustitución de sus baterías de iones de litio en favor de esta nueva tecnología de baterías de estado sólido.
Otra gran ventaja es la seguridad que ofrecen este tipo de baterías, que tienen un menor riesgo de incendio que las de iones de litio. Y por supuesto, la otra gran ventaja está en que las baterías de estado sólido pueden proporcionar unos tiempos de carga menores. Ya en la actualidad, con las baterías de estado sólido y aprovechando arquitecturas de 800 V en los eléctricos más avanzados por tecnología, se están alcanzando potencias de 350 kW. Sin embargo, la tecnología de las baterías de estado sólido promete ir más allá y, además, con una gestión térmica más avanzada.
A qué retos se enfrentan los fabricantes de automóviles con estas baterías
El gran reto al que se enfrentan es que se están invirtiendo ingentes cantidades de dinero en el desarrollo de esta tecnología y, evidentemente, habrá que amortizar este tipo de inversiones. Por lo tanto, el coste de las baterías, durante algún tiempo, se tendrá que repercutir sobre los vehículos que se comercialicen. En definitiva, esta evolución tecnológica no le está saliendo barata a los fabricantes de coches, y tampoco le saldrá barata a los compradores de este tipo de vehículos.
La decisión de Toyota es bastante inteligente, en este sentido, porque empezarán amortiguando el sobrecoste con los híbridos. Son baterías más pequeñas las que necesitan, así que sus modelos híbridos permitirán aumentar la demanda de este tipo de baterías, adecuar progresivamente la producción e ir amortizando la inversión de forma progresiva. Será, de este modo, bastante menos agresivo para los compradores.
Pero además hay otros retos por delante como, por ejemplo, conseguir con las baterías de estado sólido una vida útil, que se mide en ciclos de carga, tan amplia como en las baterías de iones de litio o, incluso, en las de tipo LFP. Ya hay compañías que alertan respecto a este detalle, como la propia Toyota, y de momento hay poca información pública sobre la fiabilidad a largo plazo de este tipo de baterías. A medida que vaya aumentando su adopción, como es evidente, podremos tener más clara cuál es la diferencia real.