Europa lleva años poniéndole las cosas cada vez más difíciles a los fabricantes de automóviles, y la tecnología mild hybrid es una de las vías que han encontrado para reducir sus emisiones contaminantes aprovechando los mismos, o prácticamente los mismos motores gasolina que ya había anteriormente. Y no te voy a mentir, durante mucho tiempo los motores mild hybrid me parecieron ‘un engaño’, o una trampa para conseguir la etiqueta ECO de la DGT. Pero lo cierto es que hace poco tiempo me he comprado uno, y me ha hecho cambiar de opinión por completo.
Lo primero de todo es explicar, para quienes no lo sepan, qué es un motor mild hybrid y cómo cambia con respecto a un motor gasolina de los de siempre. Este tipo de motores, efectivamente, parte sobre la base de un motor gasolina convencional –o incluso un diésel, en algunos casos-, pero con un sistema eléctrico de 48 voltios –o incluso de 12 voltios, en el caso de mi coche nuevo- que está sobredimensionado para darle la capacidad de asistir al motor gasolina en momentos muy concretos. Es decir, que como resultado lo que tenemos es un motor gasolina ligeramente electrificado, de ahí que a este tipo de mecánicas también se les llame hibridación ligera o micro hibridación.
Todo lo que te gusta de un gasolina ‘de siempre’, pero con etiqueta ECO y menor consumo de combustible, eso es lo que ofrece un ‘mild hybrid’
En mi caso, que ya te lo he ido contando por aquí en varias ocasiones, el coche que he comprado es un FIAT Panda Hybrid de 70 CV de potencia máxima. Y compré este modelo porque había reservado un Citroën ë-C3 y finalmente cambié de opinión porque no me iba a ser tan útil como segundo coche y encima me iba a salir bastante más caro de comprar y de mantener. El caso es que apenas unos años antes ya había tenido un FIAT 500 con el motor 1.2 litros de cuatro cilindros, y ese mismo motor lo tuve también en otro FIAT Panda de la generación anterior.
¿Qué es lo que me ha gustado tanto de los motores mild hybrid? El hecho de que se conduce normal, como un coche gasolina ‘de toda la vida’ y con su correspondiente cambio manual. De los híbridos puros de Toyota, por ejemplo, no me gusta en absoluto el cambio eCVT. Por eso, muchas veces, te he recomendado más la compra de un Hyundai, o de un KIA, que de un Toyota. Y me ha encantado también que tiene un sistema de frenada regenerativa que no es intrusivo en absoluto ni cambia la forma de conducir, sencillamente actúa ‘de forma silenciosa’.
En este coche estoy consumiendo cerca de 1 L/100 km menos que en un equivalente con motor gasolina convencional. Y lo sé de buena tinta porque, como te digo, también tuve el FIAT 500 con motor 1.2 litros. De hecho, te diré que este motor da un rendimiento un poco superior en todo el rango de revoluciones, pero nunca supera los 6 L/100 km, y eso que hemos llegado a llevarlo realmente cargado de peso últimamente en varios viajes entre Madrid y Alicante, y viceversa.
Por supuesto, lo que más me gustaba y me sigue gustando es que es la forma más barata de tener etiqueta ECO, con permiso de esos motores bifuel que se pueden usar con gasolina y con GLP de forma indistinta. Es verdad que Dacia tiene ese tipo de motor bifuel a un precio muy bajo, pero luego tienen un consumo más alto y a mí, personalmente, no me apetece en absoluto estar pendiente de dónde paro a repostar comprobando antes si venden GLP, o no. Así que, aunque para gustos están los colores, yo prefiero un motor mild hybrid que un bifuel, si se trata de conseguir la etiqueta ECO de la DGT de la forma más barata posible. Y la verdad es que no solo no me ha decepcionado sino que, como te digo, me ha cambiado la opinión por completo.