El Hyundai Santa Fe se actualizó recientemente bebiendo del Hyundai Tucson algunos de sus rasgos clave de diseño e introduciendo mejoras tecnológicas en su interior. Y el que hemos probado nosotros es el más grande de los diésel, el 2.2 litros 200 CV con tracción total. Un amplio 7 plazas de vocación familiar rejuvenecido, que con sutiles cambios vuelve a plantearse como buena opción en el mercado.
Arrancando por su diseño exterior, como adelantábamos el Hyundai Santa Fe hereda del Tucson algunos rasgos como es la parrilla de mayores dimensiones y con tres listones cromados, o bien el paragolpes frontal con cubre cárter en la parte inferior y la iluminación diurna integrada sobre los antiniebla. Una imagen más imponente y con una mirada más agresiva que el hermano pequeño, aunque con líneas menos rectas. Y en la parte posterior estrena también un difusor, pilotos de nueva factura y salidas de escape con forma rectangular. Como ya adelantábamos, pequeños cambios estéticos que lo hacen más joven respecto a lanzamientos más recientes, pero con sutiles detalles.
En esos 4,7 metros de largo que tiene la carrocería del Hyundai Santa Fe, lo que llama especialmente la atención es el lateral: un acristalamiento reducido en comparación con la superficie total, con un pilar C muy marcado y visible, y sin embargo apostando por el color negro en el pilar B para reducir esa sensación de que la ‘chapa’ predomina. Pero este acristalamiento reducido no reduce la visibilidad, principalmente por las tecnologías con que viene equipado, salvo en la tercera fila de asientos que tiene una ventana fija de tamaño mínimo. Y este mismo lateral viene con las mismas protecciones plásticas de color negro que recorren todo el contorno inferior de la carrocería, a excepción del cubre cárter y el difusor de la zaga.
De nuevo en el interior del Hyundai Santa Fe nos encontramos con novedades, porque ahora tenemos una pantalla táctil de 8 pulgadas. Grande, muy grande si revisamos la media del mercado, pero que parece más pequeña al verla ubicada en la consola central de este salpicadero tan inmenso. Y desde él podemos controlar todas las funciones del sistema multimedia y de navegación, pero aún así Hyundai ha mantenido justo debajo de la pantalla algunos controles ‘duplicados’ en forma de botón físico. No estorban, ni mucho menos, pero se podrían haber llevado únicamente al control táctil para un salpicadero algo más limpio y minimalista.
Más abajo, de nuevo, los controles del climatizador automático con una ruleta sobredimensionada –para regular la potencia- presidiendo esta zona, y justo por encima del típico hueco porta objetos de Hyundai que tanto nos gusta. En él, conexiones USB y AUX, así como dos tomas 12V perfectamente a mano, todo ello, para el smartphone. Y como comentamos en el vídeo del interior, todo este salpicadero tiene una sólida construcción que combina diversos plásticos de diferente dureza y textura, con todo muy a mano y ubicado en posiciones razonables e intuitivas.
Ahora bien, lo que nos ha gustado sobre el resto de elementos son los detalles en piel de las molduras de las puertas, a juego con la tapicería de cuero, y sobre todo la muy generosa habitabilidad tanto en las plazas delanteras como en las posteriores, e incluso en la tercera fila de asientos. Y si no queremos hacer uso de ella, que se puede montar y desmontar desde el maletero o las plazas traseras, siempre tendremos un maletero de 585 litros con asientos montados, o hasta 1680 litros con los mismos abatidos. No es la mejor marca del segmento, pero es un buen reparto teniendo en cuenta el espacio disponible para las plazas traseras en su distancia para las rodillas.
Pero es destacable también que estos asientos tipo butaca o el volante forrado en piel vienen –en la unidad probada- con calefacción. Y en el caso de los asientos, además tenemos también ventilación. Para éstas, las butacas, tenemos el control en el túnel central a los lados de la palanca de transmisión, cerca del freno de mano eléctrico que ha permitido disponer de un mayor espacio para la gigantesca guantera central de formas perfectamente rectas para maximizar sus posibilidades.
Y en este caso nos hemos topado con tecnologías muy interesantes y enfocadas a la seguridad. El freno de emergencia a bajas velocidades, por ejemplo, o la alerta de colisión frontal que trabajan de una forma correcta y en el momento debido. Ahora bien, la alerta de colisión es únicamente a través de sonido, y en otros modelos se ofrece también con una luz roja intermitente que ayuda, aún más, a prestar esa máxima atención puntual en caso de emergencia. Sea como fuere, cumple cuándo y cómo es debido.
Y pasando a la mecánica que hemos probado, el 2.2 CRDi de 200 CV automático, el único problema son los altos consumos. Dejando a la transmisión que actúe a su antojo, tanto en el modo normal como en el modo ECO, es realmente complicado conseguir que baje de los 8,5 l/100 en recorridos urbanos. No hay que olvidar que es un bloque muy grande y un vehículo pesado, pero lo cierto es que esos consumos sí los baten algunos de sus rivales. Ahora bien, en autopista sí que hemos conseguido bajar hasta los 7 l/100 km con carga, algo más que razonable.
Pero la clave de este motor es que mueve al Hyundai Santa Fe no sólo con soltura, sino incluso con algo de rabia. El rango de trabajo, en el cuenta revoluciones, nos permite jugar con un recorrido muy largo exprimiendo el motor por toda la esfera, o bien llevarlo tranquilo sin miedo a que se quede sin fuerza. Y eso es gracias a que cuenta con 421 Nm como par máximo y una entrega desde 1.800 rpm, casi perfectamente uniforme hasta las 2.500 rpm. Especialmente en aceleración y recuperaciones es cuando este motor del Hyundai Santa Fe se muestra generoso, y su transmisión automática responde como pretendemos en el 99% de las ocasiones, únicamente revolucionándolo más de lo necesario, en ciertas ocasiones, en su modo Sport que podemos seleccionar desde la parte izquierda al volante en la zona central del salpicadero.
Y llegando al comportamiento dinámico, es evidente que estamos ante un vehículo largo y pesado, pero que tiene unas respuestas muy agradables. Con esta configuración 4×4, con tracción total en ningún caso configurable, es prácticamente imposible apreciar una mínima pérdida de tracción sobre asfalto, y en pistas de tierra encuentra siempre a dónde llevar su par sin ningún tipo de sorpresa. Pero lo realmente interesante es que, forzando al Hyundai Santa Fe a comportarse en carretera como a priori no le corresponde por el segmento en que encaja, se muestra tendente a ceder por las inercias según su configuración de suspensión, pero con aplomo en el punto final de adherencia.
¿A qué me refiero? A que, a diferencia de otros modelos de su categoría, no subvira en ningún caso dejándose arrastrar por su peso. Llevándolo al límite en carreteras de montaña, de curvas pronunciadas, hemos visto cómo aunque no al nivel del Tuscon, el Hyundai Santa Fe es un coche realmente divertido. Más que nada es noble y con una dirección que transmite perfectamente cada gesto, lo que nos permite controlarlo de forma muy sencilla y cómoda, y sin susto alguno o inseguridades.
A modo de conclusión, Hyundai lo ha hecho muy bien con la actualización del Santa Fe a todos los niveles, y según nuestro parecer. Un pequeño cambio de rostro que lo hace más joven y actual y mantiene su atractivo acercando posturas con el Tucson, su producto clave entre los SUV. Amplio por dentro como cualquier otro Hyundai sin importar el segmento, y con muy buenos acabados y una configuración agradable de materiales y texturas. Y sobre todo, con un comportamiento dinámico excelente tanto en carretera como fuera de ella, luego un modelo muy recomendable. Eso sí, ojo a los consumos.