Aunque las baterías LFP no son algo nuevo, ni muchísimo menos, sí son la nueva tendencia en los coches eléctricos. Son muy similares a las baterías de iones de litio convencionales, pero basadas en hierro –en lugar de níquel o cobalto, como las más frecuentes- y tienen una serie de ventajas que hacen que sea urgente que los fabricantes de automóviles las adopten para sus nuevos modelos. No obstante, son más bien pocas las compañías que han anunciado o arrancado su adopción; entre ellas están Volkswagen, Tesla y Ford.
Igual que le ocurriera a Google, Microsoft, Apple y algunos otros gigantes tecnológicos, en el sector del automóvil los fabricantes de coches eléctricos se están encontrando con problemas relacionados con el respeto a los derechos humanos, en relación a la minería, por el uso de níquel y cobalto. El cambio a las baterías LFP, que utilizan hierro, ayuda a reducir esta problemática. Y aunque este ya debería ser un motivo más que suficiente para plantearse la evolución de sus celdas de batería para coches eléctricos, no es el único motivo que hace que sea urgente el cambio a las baterías LFP.
Las ventajas de las baterías LFP frente a las baterías de ion-Litio que se están usando en coches eléctricos
De entre los varios tipos de batería para coches eléctricos que existen, la tecnología más conveniente serían las baterías de estado sólido. Y sí, son la gran promesa del futuro, porque permiten ofrecer una autonomía muy superior a la actual, pero su viabilidad es compleja y su producción de forma masiva, de momento, no es posible. Además, su coste también es elevado. En estos momentos, la evolución que el sector del automóvil se puede permitir es el paso a las baterías LFP. Que además de tener una mayor vida útil que las baterías de ion-Litio convencionales , ofrecen otras muchas ventajas a tener en cuenta.
Respecto al año 2010, los precios de las baterías de litio han caído un 89%, rondando los 137 dólares por kWh, y con la previsión de que en el año 2023 se alcanzará un precio medio cercano a los 100 dólares por kWh. Las baterías LFP, por su parte, ya tienen un precio de 80 dólares por kWh. Es decir, que ya en estos momentos el coste de una batería LFP es mucho más bajo que el de una batería de ion-Litio convencional. Su instalación en los nuevos modelos eléctricos, evidentemente, ayudará a reducir los precios de venta al público de los vehículos eléctricos. Sería un movimiento clave para que, como se pretende, los precios de los coches eléctricos se igualen a los de sus homólogos con motor térmico.
Las baterías de litio-ferrofosfato, que son las baterías LFP, no solo ofrecen una enorme seguridad en coches eléctricos, superior a las baterías de ion-Litio, sino que además permiten simplificar enormemente la circuitería de regulación del voltaje. Esto también implica una reducción de precio y una reducción de costes de producción. Gracias a que no requieren de mantenimiento, y a que su vida útil es más amplia que la de las baterías de litio típicas, también los costes de mantenimiento, y por tanto de propiedad de un coche eléctrico, se reducen.