En China, las baterías de sodio ya han arrancado y pronto empezaremos a verlas en coches eléctricos en Europa. Este tipo de batería, con una composición química alternativa a las actuales LFP y NCM, destaca porque son mucho más baratas de fabricar. Sin embargo, tienen en su contra el problema de una densidad energética notablemente inferior a las mencionadas. Pero el Instituto de Investigación de la Industria Tecnológica Nikola ha presentado su batería de sodio nanosólida que resuelve precisamente este problema: alcanza los 180 Wh/kg de densidad energética gravimétrica.
Desde China han confirmado el desarrollo de una batería de sodio que se acerca a la densidad energética de las baterías LFP y que, sin embargo, mantienen lo más importante de las baterías de iones de sodio: un precio un 50% más bajo que este tipo de paquetes. Y esto, evidentemente, es fundamental para que se puedan lanzar al mercado coches eléctricos baratos y que, al mismo tiempo, sean capaces de ofrecer una buena autonomía, a la altura de la que se puede conseguir con baterías LFP. De momento, las primeras unidades ya han salido de una línea de producción piloto previa a la producción en masa, pero se trata de la primera batería de este tipo, con celdas de sodio nanosólidas, que ha alcanzado este hito.
Un gran avance para las baterías de sodio, celdas nanosólidas baratas con una densidad energética cercana a las LFP
Según describen en su proyecto, el Instituto de Investigación de la Industria de la Ciencia y la Tecnología Nikola ha utilizado electrodos de alto rendimiento, tanto positivos como negativos, en combinación con avanzadas tecnologías como la nanomodificación de la superficie del electrodo negativo. Gracias a esto es que se ha conseguido que la densidad energética por celdas se establezca en torno a los 180 Wh/kg, mientras que una celda LFP, como demuestra OneCharge, suele oscilar entre 160 y 180 Wh/kg aproximadamente.
El equipo de investigación detrás de esta tecnología de batería de sodio nanosólida explica que, llevada a producción y trabajando la economía de escala, se podría conseguir que se mantengan un 50% más baratas que las baterías de litio que están usando a día de hoy la mayoría de los coches eléctricos. Es decir, que es otro importante paso para la fuerte reducción de precios que, progresivamente, está afectando a este tipo de vehículos a medida que su adopción crece y se desarrollan nuevas tecnologías.
Y las ventajas de las baterías de sodio, en realidad, no se quedan únicamente en el precio. Este tipo de química a nivel de celda se sabe que consigue una vida útil aún superior que la de las celdas LFP en muchos casos, y eso que las LFP ya destacan por soportar más ciclos de carga y descarga sin sufrir degradación que las celdas NCM. Además, este tipo de celda, basada en iones de litio, también tiene una mayor estabilidad térmica que hace que la pérdida de autonomía no sea tan notable cuando se usan en climas fríos.
Aunque las baterías de sodio están empezando a llegar a los coches eléctricos, y efectivamente están arrancando por vehículos ‘low cost’, lo cierto es que tienen también un enorme potencial en los sistemas de almacenamiento energético estacionario. De hecho, lo primero que ha llegado a Europa son algunas baterías para uso en la vivienda, como soporte para instalaciones con placas solares. Y, efectivamente, son baterías mucho más económicas que, además, se pueden usar sin problema en exterior por su alta tolerancia a las temperaturas más extremas. Este desarrollo es especialmente interesante porque mejora el punto crítico en el que fallaban las baterías de sodio, que es precisamente la densidad energética.