Europa tiene la vista puesta en las energías renovables como forma de deshacerse de su dependencia energética de otros países –como la propia Rusia- y, sin embargo, no es tan fácil como parece. Sobre todo porque la industria del coche eléctrico tiene dependencia de China y más aún porque la industria de la energía eólica –de las placas solares, vaya-, es algo en lo que también dependemos de China. Así que en este giro que quiere dar el Viejo Continente, donde también tiene mano el país asiático, alerta Reuters, China se está planteando dejarnos sin placas solares con una intención muy clara de protegerse a medio y largo plazo.
La idea de China parte sobre la base de que el país asiático tiene más del 97% de la producción mundial de obleas de silicio, que es una parte crítica para la producción de paneles solares. Esta es una posición de dominio absoluto que le conviene a China, y mucho. Y, de hecho, es una situación muy parecida a la que existe con respecto a la producción de celdas de batería para coches eléctricos –dominada por CATL y BYD, que son ambas empresas chinas-. Así que ahora, que tanto Estados unidos como Europa e India están pisando el acelerador para desarrollar tecnologías como las chinas y fábricas como las chinas, en Pekín están valorando si limitar las exportaciones a mercados como el nuestro con el único enfoque de hacer que este desarrollo en Europa –y el resto de mercados- se ralentice hasta el punto de que sus exportaciones sigan estando suficientemente protegidas para mantenerse a medio y a largo plazo.
China no quiere perder su absoluto dominio en la producción de placas solares y están planteándose una medida preocupante para Europa
En China, a nivel gubernamental y en las principales compañías de la industria solar del país asiático, están muy preocupados por Europa y su esfuerzo en el desarrollo de industrias de fabricación solar locales. Igual que con Estados Unidos y la India. Por eso se están planteando tomar medidas con la intención de combatir este esfuerzo y, a fin de cuentas, tratar de proteger su propia industria para que mantenga su dominio absoluto a nivel internacional. Como ocurre en otros sectores de la industria, como el de la fabricación de baterías para coches eléctricos, China quiere que se siga dependiendo de ellos y mantener un altísimo control del mercado.
La principal medida que se mantiene sobre la mesa es controlar la exportación de manera cuidadosa para evitar el desarrollo de Europa, de Estados Unidos y de la India dentro de este sector. Y mientras tanto, en estos mercados lo que se pretende es evitar la dependencia total del país asiático tanto por una razón de costes y precios como de seguridad. Durante la pandemia ya se pudo comprobar que esas fuertes dependencias pueden generar graves problemas en los mercados locales, y a día de hoy se sigue comprobando esto mismo con la escasez de semiconductores. Esto último está motivado porque es desde Taiwán desde donde se exportan el grueso de microchips que utiliza el mercado internacional.
Aunque Pekín quiere decelerar el desarrollo de la industria fotovoltaica europea, estadounidense y de la India, todos los países se están moviendo para multiplicar la producción local de paneles solares durante los próximos meses y a lo largo de los siguientes años. Es algo crítico, porque será lo que permita eliminar la dependencia energética o, como poco, limitarla tanto que no genere problemas geopolíticos tan relevantes como el conflicto que se vive ahora mismo en Europa. La crisis energética por la que está pasando Europa ahora mismo, de hecho, es producto de esa gigantesca dependencia energética que a lo largo de muchos años se ha ido generando el Viejo Continente por no desarrollarse de forma interna con soluciones alternativas.
Ahora mismo, en China esta posible medida parece estar en consulta pública, y se desconoce si finalmente se tomarán medidas para limitar la exportación de sus tecnologías eólicas. Y en cualquier caso, considerando cómo está avanzando esta industria en los Estados Unidos, en la India y en Europa, podría ser otra piedra en el camino. Pero ahora mismo parece bastante complicado que China pueda conseguir el efecto que desean imponiendo límites a las exportaciones de paneles solares. Lo que sí es verdad es que daño causarían, pero no es sencillo que puedan frenar el avance y desarrollo de esta industria en otros países.
Teniendo en cuenta el dominio del mercado que China mantiene a día de hoy sobre las placas solares, sí es verdad que pueden ‘dejarnos sin ellas’ durante algún tiempo. Ahora bien, una cosa es que limiten las exportaciones y la disponibilidad de paneles solares quede tocada temporalmente, y otra cosa bien distinta es que logren evitar el desarrollo de nuestra industria eólica. Y, a fin de cuentas, lo que persigue China no es que podamos comprar placas solares, que reduciría su entrada de ingresos, sino que persiguen que sus competidores no puedan igualar su tecnología y su descomunal capacidad de producción de paneles fotovoltaicos.