Antes de que sigas leyendo, a modo de resumen en un único concepto te diré que, después de haber probado el Hyundai i20 1.4 CDRi durante una semana, lo definiría por su versatilidad. Han sido más de 600 kilómetros y, como adelantaba, una semana con el pequeño compacto de Hyundai en la que, por suerte, lo hemos probado en todo tipo de asfaltos y bajo todo tipo de condiciones meteorológicas. Vamos con ello.
Arrancamos la prueba del Hyundai i20 acordándonos, inevitablemente, del Hyundai i30 que probábamos a finales del año pasado, y lo cierto es que según ha avanzado la prueba, nos hemos acordado de él aún más. Éste con una estética más juvenil, y quizá un corte ligeramente más deportivos, pero a simple vista deja en evidencia por quién está hecho: Hyundai.
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Un interior destacable, a grandes rasgos, pero más por su habitabilidad
Sentándonos en el asiento de conductor apreciamos, desde el primer momento, un asiento de dureza agradable, no pensado para dar el máximo en las curvas pero sí con unos apoyos laterales que dejaremos en ese punto, agradables. La sujeción, para lo que está concebido el Hyundai i20, cumple con creces y se presta a darle algo más de caña al coche si revisamos en qué segmento encaja especialmente por su motor, y sin embargo el tacto del volante no es tan satisfactorio, con una textura algo deslizante y unas formas poco marcadas en los ‘extremos’ superiores. Pero no olvidemos que el i20 de Hyundai no está diseñado, en esta versión, para salidas viscerales.
Buenos plásticos, de calidad aceptable, y un interior que sin duda destaca por su habitabilidad, y especialmente en las plazas traseras con espacio más que suficiente para llevar a dos adultos dejando hueco de margen entre las rodillas y los asientos delanteros. Ahora bien, llevar a tres adultos corpulentos en la parte trasera ya es otro cantar, simplemente por el ancho del pequeño i20. Y a pesar de estas espaciosas plazas traseras, lo cierto es que el i20 sigue ofreciéndonos un maletero más que suficiente para esos cuatro viajeros que planteamos, y con unas formas muy regulares que favorecen la carga de bultos y su organización. En términos de habitabilidad, sin duda, chapó por Hyundai.
En el interior «cabe todo», incluso algunos ruidos
Una sorpresa con el Hyundai i20, y es que la insonorización es buena, y los ruidos exteriores no se cuelan. Pero hay algo que sí se cuela, y es el propio ruido del motor. Para darle algo de alegría al ritmo del i20 en carretera hay que ‘revolucionarlo un poco’, y a unas revoluciones en absoluto exageradas, apreciamos cómo se cuela el ruido del motor ‘en cabina’. Nada que desespere, pero sí un punto negativo que restar al pequeño i20.
Y hablando del motor, en esta versión nos encontramos con un 1.4 litros diésel de cuatro cilindros que se comporta a la perfección. En un uso urbano, por nuestra parte, el Hyundai i20 se mantiene, perfectamente, en los 5,5 l/100 km, una media que podemos reducir hasta los 4,1 l/100 km si hacemos recorridos por autopista. Ahora bien, en nuestra excursión a un puerto de montaña, con una subida pronunciada y cambios constantes de ritmo, el 1.4 del Hyundai i20 se ha ido hasta los 6,5 l/100 km. Por lo tanto, en consumos estamos ante un motor que cumple, y muy bien, con lo que esperamos de él.
El i20 tiene un comportamiento dinámico más allá de su ‘pequeño motor’ de 90 caballos. Excelente.
Y la clave de que el motor nos haya convencido así está en que tiene una respuesta ágil a, como decíamos, los cambios de ritmo de una carretera con curvas pronunciadas y pendientes en nuestra contra. Lo cierto es que, para escapadas sin carga y acompañantes, el 1.4 del Hyundai i20 se desenvuelve con perfecta soltura y nos anima a disfrutar olvidándonos de que llevamos sólo 90 caballos. Y exactamente lo mismo en autopista, donde el motor recupera sin problemas, aunque con una sexta velocidad innecesaria y poco conveniente si queremos llevar ‘vivo’ el nervio del motor.
La sorpresa nos la llevamos con una suspensión y chasis que sí que no corresponden con un modelo de tan solo 90 caballos. Realmente sorprendente cómo resuelve el Hyundai i20 en cualquier curva, y casi a cualquier velocidad. Una dirección muy precisa que, esta sí, nos hace olvidarnos completamente de que estamos en uno de los más pequeños de Hyundai, y en una versión de ‘baja potencia’. Sin duda, un conjunto mecánico que, por su comportamiento dinámico, aceptaría un motor mucho más grande. Sin las inercias y balanceos del Hyundai i30 y con una agilidad propia de sus dimensiones.
Un equipamiento muy completo, pero, ¿me interesa pagarlo?
¿Qué tenemos en el acabado Style que hemos probado? De todo. Desde apertura y cierre sin llave hasta techo solar, asistente de aparcamiento y otras ‘pijadas’, algunas muy interesantes y otras muy innecesarias para un modelo de esta categoría. En el que hemos probado, el asistente de aparcamiento con cámara trasera se muestra la trayectoria ‘simulada’, algo muy interesante teniendo en cuenta la escasa visibilidad por la luna trasera, bastante pequeña. Y los sensores de proximidad delanteros, que aunque exageran en sus alertas, también son muy convenientes para evitar disgustos. El asistente de mantenimiento en carril, por ejemplo, no es una tecnología que vaya a ‘cambiarte la experiencia’ al volante del pequeño i20, y lo cierto es que las alertas sonoras apenas se escuchan, y llegan tarde. Ahora bien, el acabado Style, sin duda, tiene algunos puntos muy interesantes que, en cuanto al precio, la valoración corresponde únicamente a las inquietudes de quien esté interesado en él.
Si hay que destacar algo positivo de él, probablemente sea el enorme espacio interior, todo un ‘lujo’ en esta categoría.
A grandes rasgos, lo cierto es que la experiencia con el Hyundai i20 es muy satisfactoria. Si bien hay algunos puntos que son criticables, evidentemente, la experiencia de conducción es placentera a todos los niveles. Unos consumos muy ajustados para un motor que responde correctamente en cualquier situación, y como ya comentábamos, un comportamiento dinámico que no esperábamos de un modelo tan ‘pequeño’. Ahora bien, si hay que destacar algo positivo de él, probablemente sea el enorme espacio interior, todo un ‘lujo’ en esta categoría.