Existen diferentes tipos de baterías para coches eléctricos, pero las más populares con gran diferencia sobre cualquier otra son las baterías NCM y también las baterías LFP. Las primeras son técnicamente mejores en algunos aspectos clave y, sin embargo, son las LFP las que se están imponiendo y cada vez son elegidas por más fabricantes y para más modelos. Evidentemente, hay motivos claros por los que este tipo de celda de batería está cogiendo tracción y se está convirtiendo en mayoritaria. Y como te voy a explicar, hay cosas en las que las NCM sí son superiores, o incluso mejores, pero desde luego que no en todo.
Las baterías de fosfato de hierro y litio (LFP) están ganando popularidad sobre las baterías de níquel-cobalto-manganeso (NCM) en los coches eléctricos por varias razones clave que las hacen muy atractivas tanto para los propios fabricantes de coches eléctricos como también para los consumidores y conductores.
1. Más seguridad
Las baterías LFP son más seguras que las NCM. Son menos propensas a sobrecalentarse y tienen menor riesgo de incendio, lo que es una gran ventaja cuando se trata de la seguridad en vehículos. Este tipo de celdas presentan un mayor nivel de seguridad en todos los sentidos.
2. Más vida útil
Las baterías LFP pueden soportar más ciclos de carga y descarga sin degradarse tanto como las NCM. Esto significa que duran más tiempo, lo que es muy beneficioso para los propietarios de coches eléctricos, ya que no tendrán que reemplazar las baterías con tanta frecuencia. En términos más prácticos y fácil de comprender, esto quiere decir que un coche con baterías LFP puede usarse más tiempo y kilómetros sin que esta utilización suponga un desgaste significativo sobre las celdas. Es decir, que pierden menos autonomía con el mismo uso que unas celdas NCM.
3. Más baratas
En tanto que los materiales usados en las baterías LFP, como el hierro y el fosfato, son más abundantes y baratos que el níquel y el cobalto usados en las NCM, las baterías LFP son más baratas. Esto se traduce en un menor coste de producción y, potencialmente, en vehículos eléctricos más asequibles para los consumidores. Y siendo el precio de los coches eléctricos uno de sus principales problemas, porque las baterías son el componente más caro, reducir el coste de esta pieza crítica es fundamental.
4. Menor impacto ambiental
Las baterías LFP son menos dañinas para el medio ambiente porque no contienen cobalto, cuya extracción puede ser muy perjudicial para el medio ambiente y también para las comunidades locales. Además, el reciclaje de LFP es más sencillo y menos contaminante. Esto también hace que este tipo de baterías se perciba de mejor manera para los vehículos eléctricos.
5. Rendimiento sostenido
Es cierto que las baterías NCM pueden ofrecer una mayor densidad energética (más energía en menos espacio), pero las LFP tienen un rendimiento más estable a lo largo del tiempo y en diferentes condiciones de temperatura. Esto significa que son más fiables en una variedad de situaciones climáticas. Aunque en España el clima no es un problema especialmente relevante para las baterías, en países del norte de Europa esto sí que afecta en gran medida al rendimiento.
6. Carga rápida y descarga eficiente
Las baterías LFP pueden cargarse y descargarse rápidamente sin sufrir daños significativos, lo que es ideal para coches eléctricos que necesitan recargas rápidas y eficientes. La formación de dendritas es lo que en las celdas de batería de los coches eléctricos genera una progresiva degradación, la pérdida de autonomía constante y el potencial peligro de avería. Y las celdas LFP presentan riesgos mucho menores que los de las baterías NCM, de modo que se puede usar sistemas de carga rápida sin que esto presente un riesgo relevante.