Los frenos de tambor llevan existiendo desde el año 1899 y estaban presentes ya en los primeros prototipos de automóvil de Wilhelm Maybach y Louis Renault. Pero en 1960 empezaron a perder relevancia con la generalización de los frenos de disco. Aun hoy siguen presentes, claro que sí, pero son más habituales en camiones y autobuses. Y curiosamente su popularidad está aumentando ahora de nuevo, y más que lo hará, por los coches eléctricos.
Los frenos de disco, y los de tambor, funcionan de manera muy distinta y tienen cada uno de ellos unas ventajas y sus correspondientes inconvenientes. El freno de disco utiliza un par de pastillas unidas a una pinza que presiona y genera la fricción necesaria para frenar las ruedas. Un buen freno de disco es más potente y efectivo que los frenos de tambor. Ý teniendo en cuenta que en un coche los frenos delanteros son responsables de entre el 60% y el 80% de la frenada, esto explica por qué en cualquier coche, en el eje delantero, hay siempre frenos de disco. Además de lo anterior tienen otras ventajas como que son autoajustables, se limpian solos y son más silenciosos; por otro lado, sufren menos con frenadas intensas y no se deforman por la exposición prolongada al calor.
Un freno de tambor, por su parte, tiene las zapatas de freno en un cilindro que gira de manera solidaria a la rueda. Y se basa en un pistón para presionar ambas zapatas hacia el exterior, creando la fricción que frena el vehículo. Este tipo de freno dura más tiempo y ejerce una mayor fuerza de frenado que las zapatas de los frenos de disco de un tamaño similar. Pero además, por su propio diseño, es un sistema de freno que sirve como freno de emergencia o de estacionamiento.
¿Por qué están resurgiendo los frenos de tambor con el auge de los coches eléctricos?
En coches eléctricos como el Volkswagen ID.3 o el Volkswagen ID.4 se ha optado por usar frenos de tambor para las ruedas traseras. Los frenos de tambor, por diseño, no generan fricción cuando no están en uso, y esto es más conveniente para una mayor autonomía. Pero además es algo que tiene que ver con el sistema de frenada regenerativa. Cada vez que se suelta el acelerador de un coche eléctrico, el motor se convierte en un generador eléctrico que recarga las baterías del coche y, a nivel funcional, esto es algo que también encaja de mejor manera con los frenos de tambor.
¿Por qué? Porque estando el motor conectado al eje trasero, el sistema de frenada regenerativa ya se va a encargar de frenar las dos ruedas traseras. De hecho, los frenos traseros se usarán poco, realmente poco, en configuraciones en las que el motor está conectado al eje trasero y ubicado también aquí. Colocar frenos de disco en el eje trasero aumentaría el riesgo de que se oxiden y no estén en correcto estado cuando se vayan a utilizar. Y con los frenos de tambor, sin embargo, este riesgo no existe porque están totalmente sellados al exterior.
Hay otro motivo adicional y es que con los coches eléctricos el peso es un gran reto. Las baterías de iones de litio tienen un peso realmente elevado y se trata de reducir los sobrepesos innecesarios en la mayor medida de lo posible. Y sí, puede que un sistema de frenos de disco no suponga una gran diferencia, pero su complejidad a nivel mecánico y tener que instalar un sistema electrónico adicional para el freno de estacionamiento implica seguir haciendo crecer el peso de forma innecesaria. También, además, conllevaría un incremento en el precio, que es igualmente un reto en los coches eléctricos.
Entonces ¿debería preocuparnos que los coches eléctricos utilicen frenos de tambor?
No. O al menos, no tanto como a priori podría parecer. Los frenos de tambor también han evolucionado, y mucho, a lo largo de los últimos años. Su efectividad es francamente buena y, como comentábamos anteriormente, los fabricantes van a seguir instalando frenos de disco para el eje delantero, que es la que se lleva el mayor protagonismo de la frenada. Así que, teniendo en cuenta sus ventajas, tiene mucho sentido que sea la tecnología escogida para algunos de los coches eléctricos.
El usuario difícilmente va a encontrar una diferencia en la efectividad de la frenada. Sin embargo, sí que notará que los mantenimientos no son tan regulares y que los costes derivados del deteriori del sistema de frenos son mucho menores.