Recientemente Tesla ha bajado precios casi de forma generalizada en sus modelos de coches eléctricos. Empezaron en China, pero después han traído sus descuentos a Europa. Una gran y grata sorpresa que en un principio se interpretó como que estaban tratando de estimular la demanda, por una caída de ventas, y buscando reconducir su maltrecha situación bursátil. Sin embargo, Elon Musk ya avisó de que su compañía dedicada a los coches eléctricos trabajaría en reducir los costes de producción y que, tan pronto como se lo permitieran estos gastos, bajarían los precios de sus vehículos. Ahora sabemos que Tesla está jugando con su competencia y, además, todavía tienen mucho margen para apretarles las tuercas todavía más.
Un informe de Reuters es el que ha destapado información clave respecto a toda esta situación. Y es que la compañía especializada en coches eléctricos, según esta publicación, durante el pasado tercer trimestre del año 2022, Tesla ganó 15.653 dólares por cada coche vendido en cifras brutas. Es decir, que la compañía encabezada por Elon Musk tiene trazada su estrategia financiera e industrial de tal modo que es capaz de ganar el doble que Volkswagen –como grupo automovilístico al completo-, cuatro veces más que Toyota y nada menos que cinco veces más que Ford. Esto nos da una clara visión sobre el contexto de la industria del automóvil y explica, y además de forma muy clara, por qué a las marcas tradicionales de vehículos les está costando tanto enfrentarse de tú a tú a Tesla. Si nos ceñimos a la competencia en precios en el sector del automóvil, la situación se ha convertido en un juego para Tesla, que tiene la rentabilidad de sus vehículos como un as en la manga para poder bajar precios casi en cualquier momento y así poner en apuros a su competencia.
La rentabilidad de Tesla ha convertido el sector del automóvil en el patio de recreo de Elon Musk, pueden bajar precios cuando quieran
Uno de los puntos clave está en que Tesla sigue un modelo de negocio diferente, radicalmente distinto, al modelo que mantienen las marcas de coches tradicionales. La compañía presidida por Elon Musk ha apostado desde el principio por hacer un gasto ridículo en publicidad, prácticamente inexistente, y dejar que el marketing se lo hagan sus fans. Además, muchos de los incentivos que ofrecían a los compradores de sus vehículos, como las recargas gratis de la batería, los han ido eliminando poco a poco para reducir sus gastos fijos como compañía.
Ya no ofrecen Spotify integrado en sus coches, que es otro pequeño detalle que antes les hacía tener más gastos. Pero lo más importante está en que no tienen una red de concesionarios como la que mantienen sus competidores. Esto les permite que, efectivamente, el beneficio bruto por cada coche eléctrico vendido sea notablemente superior al de las marcas de coches tradicionales. Por otro lado, también han estado depurando sus procesos de producción de manera constante para reducir los costes de fabricar cada unidad de coches eléctrico.
También hay que considerar que los fabricantes tradicionales han tenido que enfrentarse a inversiones multimillonarias para así poder hacer la transición de los vehículos con mecánica térmica a los nuevos vehículos con sistemas eléctricos. Estas inversiones tan gigantescas hacen que todavía sigan teniendo márgenes de beneficio muy estrechos, aunque es una situación que poco a poco va evolucionando y llegará un momento en el que se habrán absorbido por completo. Tesla, sin embargo, no ha tenido que asumir ningún tipo de transición entre tecnologías sino que solo han evolucionado de forma progresiva su tecnología original.
En este contexto, lo que queda claro es que Tesla todavía tiene mucho margen para seguir bajando sus precios y de este modo, aunque con una rentabilidad menor por cada vehículo puesto en la calle, aumentar sus ventas y ganar cuota de mercado. Ahora bien, aunque tienen una gran ventaja frente a las marcas de coches tradicionales, la cruda realidad para Elon Musk es que las nuevas marcas chinas de coches eléctricos tienen todavía más ventajas a nivel de costes porque es allí, en el país asiático, donde está ubicada la fabricación mundial –casi por completo- de baterías para coches eléctricos.