Cuando era pequeño, mi padre ya era un ‘friki’ de la acampada. Antes de que yo naciera ya se iba de excursión en todoterreno con tienda de campaña, o en moto, y cuando yo nací tardó relativamente poco tiempo en hacerse con una autocaravana. Vamos, que en mi caso no fue una consecuencia de la cuarentena lo de la pasión por las camper, sino que venía de antes. Así que, cuando económicamente pude, me compré una Toyota Proace Van y empecé mi propio proyecto de camperización sin tener ningún tipo de conocimiento en esto. Ni en carpintería, ni en electricidad, ni en absolutamente nada.
Tenía claro que lo primero era definir para qué se iba a utilizar la camper. Eso lo hice antes de comprar la furgoneta. Mi pasión son las L2H2 porque cabe una cama doble fija, un baño completo con ducha, y también se puede estar de pie dentro de forma cómoda. Pero bueno, el precio era algo más alto y, sobre todo, como iba a ser mi único coche, quería algo más pequeño y que fuese práctico para desplazamientos diarios –al colegio del niño, al gimnasio, a la compra…- y que pudiera entrar en aparcamientos subterráneos. Además, y lo vas a ir viendo poco a poco, mi máxima era la discreción para poder dormir en cualquier parte y que nadie ‘sospeche’ que hay alguien ahí dentro. Por seguridad e intimidad, más que nada.
Definir para qué va a ser la camperización es la parte crítica, de aquí vienen casi todos los errores
Hay dos condiciones clave en esto de camperizar por ti mismo. Una de ellas es el presupuesto, que por supuesto va a ser el que más te marque qué puedes hacer y qué no. Y la otra es el uso que le quieres dar a la furgoneta. En mi caso, la mayor parte del presupuesto iba a ir destinado a una furgoneta nueva, porque prefería tener un vehículo –a priori- con la máxima fiabilidad y durabilidad, así que no quería meterme en una furgoneta de segunda mano, aunque habría salido mucho más barata. Y el uso que le quería dar era doble: como cama y como ‘oficina portátil’. Y en realidad, la cama y la oficina podían ir de la mano, porque me hace falta poco más que apoyar el culo y ponerme el iPad en las rodillas para poder trabajar. Y un poco de luz, eso sí.
Antes de llegar a la foto anterior, en la que puedes ver a mi señor padre, ya habíamos pasado por Star Camper para instalar la calefacción estacionaria homologada, una Autoterm Air 2D conectada al depósito de combustible de la furgoneta y a una batería portátil. Esta batería portátil iba a condicionar el proyecto porque, sí o sí, quería construir la camperización en torno a uno de estos dispositivos que son un ‘todo en uno’ en el que ya hay batería, inversor de corriente, BMS, y un larguísimo etcétera. Ya te he dicho que no tengo idea de electricidad ni ganas de ponerme con ello, así que quería un dispositivo que lo tenga todo y que me lo pueda llevar de aquí para allá. En mi caso opté por una EcoFlow Delta Mini con 882 Wh de capacidad de almacenamiento energético, que serían 73,5 Ah a 12V. Y con una potencia máxima de salida de 2.100 W de pico, 1.400 W en circunstancias normales.
Por otro lado, con anterioridad me había hecho también con una nevera de compresor Alpicool T50, que es relativamente económica y tiene nevera y congelador. Se controla fácil y cómodamente desde el móvil, no es excesivamente ruidosa y tiene un consumo bastante bajo en relación a sus prestaciones. Así que esta, y la batería portátil, eran el equipamiento sobre el que iba a hacer mi camperización. Sí, compré el equipamiento antes de empezar, porque tenía muy claro que quería esta nevera y esta batería portátil. Sobre eso, ahora sí, en la imagen anterior tenéis cómo llevamos la idea de un «plano» hecho a mano a la camper.
Uno nunca sabe cuándo le va a dar el apretón, recuérdalo antes de empezar tu camperización
Además de la batería portátil, y la nevera, tenía claro que quería meter un Thetford Porta Potti 345. Vamos, un váter portátil químico de pequeño tamaño, pero ya con indicador de nivel de carga. Toda la camperización está construida sobre un simple tablero de madera contrachapado fenólico de okume. Es relativamente delgado y ligero, pero sobre todo muy resistente a impactos, tracciones, humedad o directamente agua. El tablero va fijado a la furgoneta con los anclajes originales, pero con tornillos más largos, para mantener las argollas por si más adelante se tuviera que fijar una bicicleta, por ejemplo, o alguna estructura sin tocar la chapa de la furgoneta en ningún caso. Así, sencillamente, se puede poner y quitar y no hay que homologar absolutamente nada.
Sobre el tablero va anclada una sencilla estructura de listones de madera de pino. Se podría haber hecho mejor, y de hecho si repitiera usaría una madera más ligera y resistente, y mejores acabados para los anclajes. Pero a fin de cuentas fue algo que pudimos hacer de forma bastante rápida y, sobre todo, fue muy barato. En materiales como tornillería y madera pudimos gastar no más de 400 euros, y eso que la base de la cama la conforman tres tapas que dan acceso a la parte baja, a modo de tambucho aunque sin paredes frontales. No se pusieron tapas porque, aunque íbamos a hacerlo originalmente, aquí el espacio es muy limitado y la realidad es que para llevar maletas, y la carga repartida en cajas de plástico transparente, era totalmente innecesario.
La zona del WC tiene una tapa también, para mantener la estructura de base de la cama, y en la zona más cercana a la cabina la propia nevera hace de base para la cama, enrasada perfectamente a la misma altura que la estructura. Hay una superficie de más de 2 metros de largo para la cama y de 90 cm de ancho. Vamos, que he podido poner un colchón estándar comprado en IKEA, delgado porque es de espuma de alta densidad y firmerza. Yo quería eso, una cama como las de casa, y eso también era una de las condiciones que han hecho que la camperización sea así y no de otra manera.
Hay cosas en las que me he equivocado, y esto es lo que he aprendido haciendo mi propia furgoneta camper
Casi nadie entiende que lo haya dejado tan ‘feo’, con la madera vista. Casi nadie entiende que la iluminación interior sean focos LED con batería propia, y no conectadas a la batería portátil de EcoFlow que llevo en la parte trasera. Tampoco entienden muy bien que tenga un colchón de una pieza, que no haya aislado la chapa de la furgoneta, o que no tenga una claraboya o algún tipo de ventana. Y sí, mucha gente me dice que una batería AGM habría sido más barata con una mayor capacidad de almacenamiento energético. Ya, pero esta es mi camper y la he hecho exactamente como la quería hacer.
Podría haber usado una madera mejor para la estructura y sí, es algo que cambiaría teniendo ahora la experiencia. También habría trabajado algo mejor el suelo. Y me gustaría tener una mesa frente a la cama donde apoyar el iPad para trabajar, como si fuese una pequeña mesa de oficina o una encimera simple. Pero vamos, que eso tampoco es que sea un error, sino que es algo que puedo perfectamente añadir en el futuro. En lo que no me he equivocado, seguro, es en no tener miedo a dar el paso y hacerme mi furgoneta camper como me ha dado la gana.
El mejor consejo que te puedo dar es que trates de tenerlo todo muy bien pensado, y medido, antes de empezar con tu proyecto de camperización. Entérate bien de las cuestiones legales y haz una lista de condiciones prioritarias que debe cumplir tu proyecto. En mi caso, la discreción era fundamental y quería parecer ‘un autónomo más’ en la marea de furgonetas blancas de trabajo. No quería que se note que sea un campista. No voy a cocinar dentro, así que las ventanas o la claraboya, que te delatan como campista, me eran absolutamente innecesarias.
Y en mi caso, tener una batería portátil era una condición, así como también ese váter químico en concreto y exactamente esa nevera. Acerté con la calefacción estacionaria y volvería a ponerla sí o sí, y lo cierto es que me equivoqué instalando la cama algo más elevada de lo necesario. Conseguí, como pretendía, una furgoneta camper discreta en la que puedo trabajar cómodamente y dormir sin llamar la atención en una ‘cama típica’ de 190 x 90 cm. Con buena batería para cargar dispositivos móviles, donde me cabe el patinete eléctrico y donde, además, por tener tres asientos en cabina, puedo hacer escapadas puntuales con mi chica y el pequeñajo de la casa.
En una cama de 190 x 90 cm no es que duerman genial dos personas, pero nos apañamos para una salida puntual, y encontramos una ‘cama supletoria’ que cabe sobre la parte inferior, y donde un niño pequeño no tiene problemas para dormir. Eso sí, cuando vamos los tres la usamos para dormir y nada más, y que sean pocos días, y que sea en un camping. Por cierto, para cocinar en camping alternamos entre la cocina portátil y de gas de toda la vida y una airfryer. Y después de esta experiencia lo que he aprendido, de verdad, es que la próxima será una L2H2 porque, efectivamente, esto me gusta de verdad. Y me da igual que vaya a ser mi único vehículo, me merece la pena ir con un ‘armatoste’ a diario en mis trayectos cotidianos.