El debate lleva años abierto. Son muchos los que se empeñan en justifica la compra de coches eléctricos con el argumento de que no contaminan y, sin embargo, eso es mentira. Un vehículo eléctrico no tiene emisiones contaminantes directas, pero sí que genera una enorme cantidad de contaminación indirecta. Desde todo el proceso de producción de la batería hasta, en muchos casos, la producción de la propia electricidad de la que se alimentan. Uno de los mayores problemas a día de hoy está en la minería involucrada en el desarrollo de las baterías de litio.
Si nos centramos en el proceso de producción, en un coche eléctrico se producen el doble de emisiones que en un coche térmico equivalente. Para que te hagas una idea, solo en la fabricación de la batería para un coche eléctrico ya se contamina tanto como en todo el proceso de producción completo de un coche gasolina. Esto, básicamente, quiere decir que cuando está en el concesionario y antes de que lo puedas comprar tú, un coche eléctrico ya ha contaminado al menos el doble que un coche gasolina comparable. Y esto no es lo único preocupante, sino también que las baterías NMC, que son las más comunes a día de hoy en coches eléctricos, requieren de varios kilos de materiales pesados. De ellos el cobalto se extrae principalmente del Congo, en África, en operaciones mineras con fuertes inversiones chinas sin una regulación estricta; y el grafito o el níquel, otros materiales clave en las baterías, también son perjudiciales para el medio ambiente en distintos grados.
Claro que los coches eléctricos contaminan, aunque te están ‘vendiendo lo contrario’, pero…
Datos del año 2010, de la industria minera china, indican que por una tonelada de tierras raras también se producen 75 toneladas de desechos ácidos y una tonelada de residuos radiactivos. En estas baterías, como seguro sabrás, también el litio es un componente crítico. Pues bien, para extraer litio de la roca dura se emiten 15 toneladas de CO2 por cada tonelada. Pero tal y como seguro que habrás podido observar, una buena parte de los datos que hay disponibles en relación a la contaminación que producen los coches eléctricos en el proceso de producción son anteriores al año 2015.
En aquellos años las regulaciones ambientales no eran tan estrictas como a día de hoy o incluso no había regulación al respecto. A día de hoy la industria ya está enfrentando las malas prácticas de la minería de cobalto con todo tipo de medidas y, de hecho, están empezando a tener más protagonismo las baterías sin cobalto como es el caso de las LFP de Tesla. Otro punto clave está en que ya nos aproximamos a una recuperación del 95% de materiales de las baterías durante el reciclaje y esto, efectivamente, significa que se va necesitando menos minería y por tanto la contaminación derivada de la misma se va reduciendo progresivamente.
Uno de los principales problemas que tiene la minería vinculada al coche eléctrico está en que absolutamente toda la maquinaria que se utiliza cuenta con motores de combustión interna alimentados por diésel y aceites de baja calidad. Los combustibles fósiles representan más de la mitad de las operaciones de la actividad minera y esto significa que la mitad de la huella de carbono de las baterías se debe a los procesos de minería. En definitiva, que una muy buena parte de la contaminación que tiene lugar a lo largo de la producción de la batería de un coche eléctrico tiene que ver con que en las minas se usen máquinas a diésel.
Año a año, la situación se va mejorando y cada vez es menos contaminante fabricar un coche eléctrico. Hay una parte de las emisiones contaminantes que en ningún caso se va a poder eliminar por completo, pero sí es verdad que hay una clara tendencia de reducción. Y efectivamente, desde el principio del coche eléctrico se ha podido observar con facilidad que, incluso a pesar de que producir uno de estos vehículos era muy contaminante, con el uso los motores térmicos empiezan a despuntar de forma casi ilimitada y terminan siendo mucho más perjudiciales a lo largo de su vida útil.
En conclusión, sí, los coches eléctricos claro que contaminan y te están queriendo colar que son ‘cero contaminantes’. Esto es del todo mentira, un coche eléctrico no produce emisiones durante el uso, pero ya ha sido bastante contaminante a lo largo de su producción. A pesar de ello, nunca llegará a ser tan contaminante como un coche gasolina, o diésel, en toda su vida útil. Y sí, cada año que pasa es menos contaminante producir vehículos eléctricos. Así que, aunque en algún momento haya podido parecer que no, estamos en la línea correcta apuntando hacia una movilidad eléctrica al cien por cien.