Al concepto de convertir un coche gasolina, o diésel, en un coche eléctrico, se le llama ‘retrofit’. Y aunque es algo que ahora se hace de manera minoritaria, en el futuro podría ser una práctica bastante extendida que permita mantener con vida coches ‘históricos’. Pues bien, hay ya muchas empresas trabajando en ello. Y este motor eléctrico ‘de conversión’ es un buen ejemplo de ello. Básicamente es un motor eléctrico de la empresa Swindon que está diseñado específicamente para convertir un vehículo térmico en un coche eléctrico. Pero además, está desarrollado para que este proceso sea lo más fácil y rápido posible.
El Swindon HPD, que debe estas siglas a ‘High Power Density’, traducido como alta densidad de potencia, es un tren motriz eléctrico que combina motor eléctrico, transmisión y diferencial. Este componente incorpora un motor de imanes permanentes que desarrolla 107 CV de potencia máxima, que lo cierto es que no es un rendimiento extraordinario. Y seamos realistas, tampoco cuesta poco porque su precio es de cerca de 8.000 euros. Y hay que tener en cuenta que la batería no está incluida, y precisamente la batería es lo que más caro nos puede salir en un proyecto de conversión de una mecánica gasolina o diésel a un sistema totalmente eléctrico. Pero está claro que hay multitud de apasionados por los vehículos, alrededor de todo el mundo, que van a pagar casi lo que sea por poder mantener con vida determinados vehículos cuando los combustibles fósiles dejen de ser fácilmente accesibles o la normativa obligue a abandonarlos por completo.
Un motor eléctrico que permite convertir un coche gasolina, o diésel, en un coche eléctrico totalmente funcional
La intención de esta empresa, Swindon, es que este motor eléctrico se pueda utilizar en conversiones de todo tipo de vehículos. Es decir, que sea compatible con coches clásicos, comerciales ligeros y todoterrenos. Da igual qué coche se quiera convertir a eléctrico, que este tren motriz eléctrico está diseñado para ser flexible y modular, y de este modo encajar con cualquier tipo de proyecto. Por eso se ha hecho con un pack compacto que tiene un peso de tan solo 50 kg incluyendo ya los lubricantes. Y por eso también tiene diferentes puntos de conexión para sistemas de refrigeración e inversores, e incluso viene con un diferencial abierto, pero permite la instalación de un diferencial de deslizamiento limitado.
Como comentábamos, hay cada vez más empresas que se dedican a convertir coches gasolina en coches eléctricos, a precios muy dispares y siguiendo proyectos también de todo tipo. Pero es que cada vez hay también más empresas de componentes que desarrollan motores eléctricos y otras piezas específicamente para este tipo de transformaciones. Y en España no es algo demasiado común por el momento, pero se está viendo una clara tendencia en este sentido. Ahora bien, lo que sí es seguro es que ahora mismo es caro, muy caro hacer este tipo de conversiones, y a medida que vaya avanzando la electrificación las piezas serán mucho más baratas en el futuro.
Detrás de la mayoría de estos ‘kits de conversión’, en los que se incluye el motor, la transmisión y el diferencial, está la idea de intentar estandarizar los componentes para todo tipo de configuraciones. Cuando más se estandaricen estos componentes, más fácil va a ser llevar a cabo proyectos de conversión y, por supuesto, además de reducir las complicaciones que conlleva un proceso de este tipo, también resultará más barato. Es muy sencillo: si es compatible con más coches, entonces tendrá una mayor demanda y se podrán reducir los costes, y esto es exactamente lo que se está persiguiendo.
Pero también hay kits de conversión de bajo coste para algunas marcas y modelos en concreto. De hecho, ha sido muy popular un kit de conversión específico para el Mazda MX-5 que apenas costaba 2.500 euros, aproximadamente. Ahora mismo, lo que resultas más caro, exactamente igual que ocurre con los coches eléctricos que ya lo son de fábrica, son las baterías. Pero para este tipo de conversiones se suelen buscar químicas más económicas como las LFP que, aunque dan menos autonomía, facilitan la viabilidad a nivel económico.