El transporte por carretera es una parte crítica de la distribución a nivel mundial, y la realidad es que cambiar a camiones eléctricos de un día para otro, como aquel que dice, es una utopía. Requiere de una gigantesca inversión, de algunos cuantos años y, además, a día de hoy es sencillamente imposible porque no hay la tecnología que se necesita. Pero hay una solución alternativa planteada por Remora. Consiste en capturar el CO2 que emiten los camiones diésel, almacenarlo y venderlo a terceros para la fabricación de todo tipo de productos.
Existe un problema evidente y es que el transporte de mercancías por carretera, que se hace con camiones diésel, implica un volumen de emisiones de CO2 gigantesco. Pero ¿cuál es la solución? En realidad, todavía no se ha dado con la definitiva, aunque se plantea un futuro con camiones eléctricos y, en paralelo, se debate también sobre los camiones a hidrógeno, con motores igualmente de combustión o de pila de combustible. Mientras tanto, Remora ha dado con la clave para una solución rápida y mucho más barata, que es un interesante invento que captura el 80% del CO2 que emiten estos camiones diésel en sus larguísimos recorridos por todo el mundo.
Un sistema que captura el 80% del CO2 que emiten los camiones diésel y lo usa para fabricar hormigón
El invento de Remora es algo parecido a una ‘mochila’ de tanques de almacenamiento de CO2 que se instala en la parte trasera de la cabeza tractora de estos camiones diésel. Estos tanques, efectivamente, se van llenando poco a poco de CO2 a medida que está funcionando el camión, y lo hacen recogiendo las emisiones del tubo de escape de forma directa. Un sistema que tiene la capacidad, como comentábamos anteriormente, de capturar el 80% de las emisiones de dióxido de carbono para hacer que, de este modo, las emisiones reales a la atmósfera se reduzcan drásticamente. Pero ¿qué pasa después con ese dióxido de carbono?
El otro punto interesante del proyecto es que Remora se encarga de todo. Hacen la retirada de los tanques y ellos mismos se encargan de vender este CO2 a productores de hormigón, para que se utilice en otro sector de una forma productiva en lugar de emitirse a la atmósfera. Pero es que, en realidad, el dióxido de carbono se está utilizando para otras muchas cosas como la fabricación de plásticos, la producción de ciertos tipos de pantalones deportivos, diamantes, detergentes y otros muchos productos. Es decir, que recogerlo y vendérselo a terceros tiene mucho sentido y no solo desde el punto de vista medioambiental.
Explicado de una forma bastante más precisa, el sistema funciona capturando las emisiones directamente desde el tubo de escape y haciendo pasar los gases por un absorbente. Este sistema absorbente es un conjunto de algo parecido a pequeñas perlas y un filtro de poros microscópicos que están diseñados con el tamaño perfecto como para que las moléculas de CO2 se adhieran. Tanto el nitrógeno como el oxígeno, entre otros gases que también salen del tubo de escape de un camión diésel, pasan por los poros y se liberan directamente a la atmósfera.
Estas perlas del sistema absorbente se calientan cuando se saturan de dióxido de carbono, y esto hace que los poros se abran y se libere de dióxido de carbono. Cuando ocurre esto es cuando el dióxido de carbono antes capturado se libera a los tanques de almacenamiento hasta que se pueda llevar a cabo su descarga, en un proceso que requiere de tan solo 15 minutos, aproximadamente. No conocemos cuál es el precio de esta tecnología, pero lo que sí es seguro y evidente es que es mucho más barato que cambiar los camiones por cabezas tractoras nuevas, y una opción ideal como transición hacia tractores más modernos.