Ya el mantenimiento mecánico –y electrónico- de un vehículo es caro, luego su reparación es un coste añadido que en ocasiones es difícil de contemplar. Está el seguro del coche, claro que sí, pero para los usuarios de franquicias a terceros no siempre se aplican coberturas, y para los de seguro a todo riesgo la póliza se puede encarecer si pasamos demasiados partes. Por eso, para pequeños golpes y abolladuras en ocasiones es mejor no ir al taller, y hacer la reparación por uno mismo. Sobre todo, porque casi siempre es posible, y es más barato, además de que seguramente ahorraremos también tiempo.
Para reparar una abolladura de forma casera, de la manera más económica, hay varios métodos posibles que nos servirán, uno u otro, dependiendo de la gravedad del asunto. El que se utiliza con mayor frecuencia es con un desatascador. Sí, como los que se utilizan cuando el baño está atascado.
Lo único que tendremos que hacer es echar agua hirviendo sobre la superficie en la que se encuentre la abolladura de chapa, y manteniendo la zona a la máxima temperatura posible, fijar el desatascador en posición de succión y tirar con fuerza en la dirección hacia la que queremos modificar la forma de la chapa. Esto mismo lo haremos tantas veces como sea necesario para desabollar la chapa, y siempre aplicando antes de hacer el movimiento el agua hirviendo.
El calor del secador o el agua hirviendo facilita la modificación de la forma de la chapa abollada, y tanto el desatascador como el hielo seco, el aire comprimido o el dióxido de carbono, permiten aprovechar este momento para devolver su forma original a la pieza afectada. Con un desatascador es más fácil y menos peligroso, pero con ciertas abolladuras no será suficiente.
Frío y calor, así se repara una abolladura de chapa con hielo seco, aire comprimido o dióxido de carbono
Otra forma posible, para abolladuras algo más complicadas, es con hielo seco. En este caso nos será un poco más complicado, sobre todo porque encontrar el hielo seco no es tan sencillo, pero en cualquier caso nos ayudará con abolladuras más grandes y profundas, además de en zonas complicadas donde con un desatascador no es suficiente. Lo que haremos será aplicar calor en la zona con un secador de pelo, cubrir la zona con aluminio y aplicar hielo seco para que la superficie se contraiga.
Todo esto anterior con cuidado de no dañar la pintura de la carrocería, y con guantes para proteger las manos. En caso de que no sea suficiente, podemos hacer exactamente lo mismo con aire comprimido o dióxido de carbono. En definitiva, tanto un truco como el otro consisten en reparar una abolladura ‘jugando’ con la contracción y expansión del material, aplicando temperaturas extremas que ayuden en este cambio de forma rápida, pero sin dañar la pintura de la carrocería aplicando la protección del aluminio.