No te sonará de nada, seguramente, pero John Peake Knight es la persona que inventó los semáforos tal y como los utilizamos a día de hoy en las carreteras de todo el mundo. Ahora bien, el primer semáforo que inventó este británico era muy distinto a los que vemos hoy repartidos por ciudades de todo el mundo y, de hecho, no era eléctrico como los de hoy. Claro, hay que tener en cuenta que el mecanismo de luces que inventó para regular el tráfico se estrenó en el año 1868. Es una historia bastante curiosa y que nos ayuda a entender cómo nuestras carreteras, y el tráfico, han evolucionado hasta el día de hoy.
El primer semáforo lo desarrolló el británico John Peake Knight, como íbamos comentando, y se instaló cerca de la Cámara de los Comunes del Reino Unido en Londres, en la intersección de las calles George y Bridge. Se empezó a utilizar en el año 1868, el día 9 de diciembre, y como no podía ser de otro modo se basó en las señales ferroviarias de aquella época. Era un mecanismo de luces con dos brazos que indicaban el sentido que se debía detener. Utilizaba dos lámparas de gas con colores rojo y verde, pero las luces únicamente servían por la noche. Un importante ‘problema’ de este semáforo original es que era de accionamiento manual; es decir, que requería de un policía que lo estuviera controlando de forma constante. Y tardó poco tiempo en retirarse porque el mismo día 2 de enero de 1869 explotó hiriendo al policía que se encargaba de controlarlo.
Cómo hemos llegado hasta los semáforos actuales: automáticos, eléctricos y con tres colores distintos
Una gran evolución del mismo llegó en el año 1910, de manos de Ernest Irrine, que introdujo las palabras no iluminadas ‘Stop’ y ‘Proceed’ y que además lo hizo automático. Dos años después, Lester Wire recuperó las luces rojas y verdes y, aunque lo hizo manual, usaba luces eléctricas por fin y además usaba un zumbador para alertar del cambio de estado. Por curioso que resulte, la Primera Guerra Mundial fue la que trajo los programadores automáticos que se usaron en los semáforos más adelante, con una tecnología patentada por William Ghiglieri usada desde 1917.
La luz amarilla llegó a los semáforos en el año 1920. Fue William Potts quien la introdujo, después de haber inventado varios semáforos y cuando esta tecnología ya se había expandido por muchos países en todo el mundo. Este primer semáforo de ‘tres etapas’ seguía usando dos brazos y palabras iluminadas, así que estaba aún bastante lejos del semáforo que conocemos a día de hoy. En el año 1936, Charles Marshall desarrolló una señal rotatoria que ponía las cosas más fáciles a conductores y peatones, porque por fin se podía saber el tiempo restante antes de que el semáforo cambiase de estado.
Ya llevamos muchos años teniendo exactamente los mismos semáforos. Y aunque hay multitud de diseños, sobre todo si viajamos por el mundo, lo más normal es que sean automáticos y sean de tres etapas. Con los colores rojo, verde y ámbar, y la posibilidad de que el ámbar se ilumine de forma intermitente. Pero hubo un tiempo en que las luces únicamente servían de noche, en el que solo había dos colores, y en el que los semáforos todavía no eran eléctricos. Pero es que cuando eran de gasolina, como hemos visto, suponían un importante problema para aquella figura de ‘controlador del tráfico’ que a día de hoy por supuesto no existe.
Y aunque parece que a día de hoy las evoluciones sobre la señalización del tráfico han dejado de llegar, en realidad no es así. Cada bastante poco tiempo se introducen nuevas señales, aunque su tecnología sí que no evoluciona a un ritmo tan rápido. También hay que tener en cuenta que el tráfico en las carreteras desde su nacimiento ha tenido ritmos más lentos de crecimiento hasta el ‘boom’ del Ford T en los Estados Unidos. A partir de ahí, la densidad del tráfico fue en aumento de una forma realmente increíble.