Aunque los tiempos de gestión e instalación pueden variar entre unas Comunidades solares y otras, en función de varios factores, de principio a fin se tarda entre 2 y 6 meses. El proceso arranca con la solicitud de licencia de obra, que tardará en ser aceptado en función del ayuntamiento entre dos semanas como mínimo y hasta 2 ó 3 meses como máximo, a partir de ahí es cuando comienza la instalación de placas solares propiamente dicha y puede demorar varias semanas según el tamaño que tenga la instalación y en base a algunas otras variables que pueden repercutir sobre los plazos.
El primer paso antes de empezar con la instalación de placas solares pasa por solicitar la licencia de obra al ayuntamiento de la localidad en que esté ubicada la vivienda. Este trámite tiene una duración variable que depende del propio ayuntamiento, pero puede tardar 2 semanas como mínimo y demorarse hasta un máximo de 2 ó 3 meses. Una vez que se tiene la licencia de obra es cuando, por fin, puede arrancar la instalación de paneles solares en la vivienda, y este proceso de instalación del sistema fotovoltaico durará varias semanas. Aquí los plazos también varían de forma notable, sobre todo en función del tamaño de la instalación, aunque otras complicaciones técnicas de la instalación en particular también pueden hacer que el despliegue de los paneles solares se demore durante algún tiempo más. Lo normal, en cualquier caso, es que la instalación de placas solares tarde dos semanas, aunque después de ello, cuando se haya completado la instalación, se tendrá que llevar a cabo el proceso de legalización.
Esto es lo que se tarda en poner placas solares desde la licencia de obra hasta la legalización de la instalación fotovoltaica
Aunque la instalación de placas solares, como tal, tarda dos semanas aproximadamente, antes de poder ponerse a colocar paneles fotovoltaicos hay que solicitar la licencia de obra. Solo después de eso es cuando pueden iniciar el trabajo los instaladores. Pero es que además, a esas dos semanas de colocación de paneles en el tejado de la vivienda hay que sumarle después el proceso de legalización. Esto se hace con la distribuidora local y con la comunidad autónoma, y aunque el plazo puede variar en base a la comunidad y la distribuidora, lo habitual es que se tarde entre 1 y 2 meses.
Por eso, si tanto los trámites de solicitud de licencia de obra como de legalización son rápidos, y no surgen complicaciones en la instalación, el mínimo que se tardará será de 2 meses aproximadamente, y en algunos casos los trámites y la propia instalación pueden hacer que se tarde hasta 6 meses. Hay casos en los que se llega a tardar incluso más tiempo, pero evidentemente no entra dentro de lo habitual y los plazos no se deberían extender durante tanto tiempo.
Aunque resulta algo más caro, lo más recomendable es contactar con una empresa especializada en la instalación de placas solares que se encargue de prestar el servicio completo. Es decir, que nos ayuden desde antes de empezar con el proyecto asesorándonos sobre el tipo de paneles solares disponibles en el mercado y sus diferencias, tanto a nivel de rendimiento como de precios, así como asesorándonos también de las dimensiones de la instalación que podemos escoger para disponer de más o menos producción de energía eléctrica de autoconsumo. Y se encarguen también de todos los trámites legales y burocráticos, que a menudo son lo más complejo de todo el proceso.
Cada vez se recomienda más que las instalaciones de placas solares se complementen con algún tipo de sistema de almacenamiento energético; es decir, con una batería. ¿Por qué? Porque si la instalación de paneles fotovoltaicos está bien dimensionada se encargará de producir más energía de la que podemos consumir, y eso generará excedentes. Si los excedentes de energía eléctrica los almacenamos de forma local, en nuestra propia batería, podemos servirlos de nuevo cuando las placas solares no producen electricidad, como por ejemplo por la noche. Así podremos ahorrar mucho más en la factura de la luz y, en algunos casos, incluso no volver a pagar por la luz que consumen nuestra vivienda al completo o incluso nuestro coche eléctrico.