Este no es un Veloster, este es un Hyundai Veloster Turbo, que no es lo mismo. Hemos probado la versión que es más larga, más deportiva en sus formas y más potente. Concretamente, un 33% más potente con sus 186 CV. Pero además, también ofrece un 59% más de par máximo, y en su interior podemos ver algunos detalles que diferencian a esta de las versiones de menores prestaciones.
Empezando por el diseño exterior, sin duda Hyundai merece reconocimiento por este modelo, por haber sabido encajar esa carrocería coupé en un estilo absolutamente singular, como su configuración, con cuatro puertas. Sí, no es que nos hayamos olvidado de contar la del maletero, sino que en el lado derecho hay únicamente una puerta para el conductor, mientras que en el izquierdo tenemos dos, como si fuese un cinco puertas. En definitiva, el cuatro plazas es mucho más práctico así, y tiene una personalidad del todo única. Esto, en conjunto con los paragolpes deportivos y los falfones laterales, o el disimulado difusor posterior lo hacen todo un capricho a la vista. Pero en este sentido, uno de los puntos clave son las dos salidas de escape en el propio paragolpes de la zaga, una macarrada que le sienta realmente bien.
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El interior del Hyundai Veloster, su diseño y sus calidades
Adentándonos en el interior nos encontramos con asientos deportivos con la inscripción Turbo en uno de los laterales, en ambos asientos. La posición de conducción, aunque regulable en altura, es ligeramente elevada incluso en su mínimo, y aunque los asientos no son los Recaro que probábamos hace poco en el Juke Nismo RS –eran alucinantes-, sin duda cumplen en la sujeción lateral, y lo mejor de todo es que son perfectamente válidos, también, para recorrer largas distancias sin fatigarnos. En esto también acompaña la suspensión, pero ya hablaremos de ello más adelante.
Siguiendo con el interior, el Hyundai Veloster repite la fórmula de todo el catálogo de la marca con un amplio hueco justo bajo la consola central, por delante de la palanca de cambio –en este caso manual-, algo que también se agradece para los que suelen llevar cosas encima… pero no quieren llevarlas encima durante la conducción. Y aunque en las plazas delanteras tenemos todo cuidado al milímetro, con espacio más que suficiente, las dos posteriores son otra historia, y la altura es demasiado baja para quienes sean algo altos. Eso sí, incluso los asientos posteriores, que son dos y con huecos porta-latas en el centro, sujetan de maravilla en las curvas.
El único problema del interior, eso sí, es que nos encontramos por todas partes con plásticos duros. Una lástima, porque el tacto del volante forrado en cuero, con remates en el mismo color azul de los laterales de los asientos y otras zonas del interior, es perfecto. En cuanto a este, el volante, sí se agradecería un diámetro ligeramente menor para aprovecharlo en la conducción deportiva, pero no es más que un apunte… por ponerse quisquilloso. Además, en esta unidad teníamos el techo solar practicable, que prácticamente se funde con el techo acristalado de la parte posterior, justo donde empieza a caer hasta el pilar C. Pero ¿por qué se abre automáticamente –con un toque en el botón-, y no hace lo mismo en el cierre?
Aires deportivos, muy divertido, y capaz de algo más
Los consumos son elevados, para qué nos vamos a engañar. Pero son igual de elevados, o muy parecidos, que los de alguno de sus equivalentes fabricado por otra marca. En circulación normal, por autopista, sí podemos bajar a unos 8l/100 km, pero a poco que dejemos caer el pie nos podemos ir en la propia autopista a unos 11,5l/100 km sin demasiado esfuerzo. Por zonas interiores nosotros nos hemos mantenido en torno a los 9l/100 km, pero probándolo a fondo en puerto de montaña hemos acabado consumiendo una media de 13,5l/100 km. Pero sí, los hemos disfrutado todos ellos.
Y ahí es a donde queríamos llegar, a que el Hyundai Veloster Turbo 1.6 TGDi 186 CV DCT, que es la versión con cambio automático de siete velocidades y doble embrague, es tremendamente divertida. El motor se mueve con soltura desde abajo, y aquí es donde consume menos. Por eso, como es habitual, siempre que puede el cambio automático se va a la séptima velocidad. Pero en cuanto pisamos a fondo, da igual que haya que bajar una, dos o tres velocidades, las que haga falta, que la propia transmisión se encarga de ello y nos catapulta en aceleración o recuperaciones permitiéndonos llegar casi hasta las 7.000 rpm disfrutando de un motor que, aunque censurado por el escape, sí se deja notar en la parte alta del cuenta-revoluciones.
El motor es una pasada, y aunque no es el más rápido entre sus similares, lo cierto es que se mueve que da gusto pisarle a fondo. Sólo una pega, y es que admitiría más potencia, por la configuración mecánica restante del Veloster Turbo, aunque ese es otro tema. Pero hay que centrarse en él, y al respecto hay que comentar que la suspensión es rígida y deportiva, pero también ‘cómoda’, el chasis se muestra muy rígido y la dirección tiene un tacto bastante directo.
Es decir, que en términos de experiencia de conducción, el Hyundai Veloster Turbo es un modelo muy alegre y bastante fácil de conducir rápido, aunque en curvas cerradas a buen ritmo también se muestra algo nervioso, y el eje de torsión posterior podemos llegar a notarlo, aunque no es algo que debiera determinar la compra o no, porque en cualquier caso se comporta de maravilla a ritmos rápidos, en carreteras con curvas. Pero todo este conjunto mecánico deja algo en evidencia, y es que aceptaría un motor mayor. Los 186 CV que ofrece están muy bien, es un coche tremendamente deportivo, acelera y recupera bien, pero podrían darnos más, y el Veloster Turbo está perfectamente preparado para aguantar un motor en torno a los 200 CV.