Existen multitud de tipos de batería para coches eléctricos y, sin embargo, el mercado se ha definido de forma clara. Las baterías LFP se han impuesto sobre las NCM porque son más baratas y seguras, además de que ofrecen una mayor vida útil. Aún así, la industria sigue trabajando en nuevas tecnologías como las baterías sólidas para su implementación en los próximos años.
Y hay otras tecnologías desarrollándose en paralelo, evidentemente, como las baterías de sodio. La que nos ocupa es un concepto distinto, una batería basada en fibra de carbono y LFP. Este desarrollo es de un equipo de técnicos de la Universidad Tecnológica de Chalmer, en Suecia, que han trabajado en una innovadora batería que promete aumentar la autonomía de los coches eléctricos en hasta un 70%.

Una batería basada en fibra de carbono y LFP, que da un 70% más de autonomía
El equipo de investigación que ha desarrollado esta tecnología explica que se han basado en un compuesto de fibra de carbono y que, con él, han logrado que su batería sea tan rígida como el aluminio y ofrezca una destacada densidad energética que la hace viable a nivel comercial. De hecho, apuntan a un notable aumento de la autonomía en coches eléctricos, de hasta el 70% en comparación con las tecnologías que se están utilizando en estos momentos.
Como explica FCE, esta singular batería se compone de electrodos de fibra de carbono, con el cátodo recubierto de litio-ferrofosfato. Este compuesto de fibra de carbono se usa como refuerzo, colector eléctrico y material activo en el ánodo. Y sin embargo, el mismo compuesto de fibra de carbono, en el cátodo, hace las veces de refuerzo, colector de corriente y ‘andamiaje’ para el litio. Es decir, que conforma un diseño estructural innovador que reduce el riesgo de fuga térmica y aumenta notablemente la seguridad en caso de impacto.
Pero además, esta estructura basada en un compuesto de fibra de carbono permite también que se aumente la vida útil de la batería, aunque recientemente pudimos conocer que la durabilidad de las baterías supera las expectativas incluso con las tecnologías que se están usando en la actualidad en los coches eléctricos que se comercializan.

Un 70% más de autonomía y un peso más contenido
El equipo de investigadores que está detrás del desarrollo de esta batería no ha dado una fecha –ni tan siquiera estimada- para un posible lanzamiento comercial, y en estos momentos están trabajando en escalar el proyecto y mejorar específicamente la densidad energética. De momento ya han podido comprobar que este diseño podría aumentar la autonomía de los coches eléctricos en un 70%, aunque para eso queda desarrollo aún.
También han podido comprobar que la incorporación de este compuesto de fibra de carbono puede reducir el peso de la batería de una forma considerable. Y esto, como ya sabemos, tiene también una repercusión directa sobre la eficiencia energética de los vehículos eléctricos. El objetivo que se han marcado es alcanzar al menos los 150 Wh/kg típicos de las baterías LFP comerciales actuales.
La mayor innovación detrás de esta batería es su esqueleto de fibra de carbono y litio-ferrofosfato, un concepto de diseño del que hasta ahora no se había hablado nunca. Y que no solo podría tener una positiva aplicación en coches eléctricos tipo turismo, sino también en vehículos eléctricos industriales pesados.

