Sabíamos que tarde o temprano llegaría el día en el que un vehículo autónomo en pruebas se encontrase involucrado en un accidente con víctima mortal y, por desgracia, este ha ocurrido ayer cuando un Volvo XC90 de Uber ha atropellado mortalmente a una mujer que circulaba en bicicleta en el estado de Arizona.
Todavía es muy temprano para saber de quién ha sido la culpa aunque las primeras investigaciones apuntan a que Elaine Herzberg, que así se llamaba la víctima, cruzaba a las 22:00 horas en una bicicleta por una calzada de cuatro carriles y lejos del paso de peatones cuando fue golpeada por el vehículo autónomo, falleciendo horas más tarde.
El vehículo, que como decíamos pertenece a la flota de Uber que está realizando pruebas de conducción autónoma, contaba en su interior con un técnico que monitorizaba el correcto funcionamiento del vehículo en modo autónomo. De momento, Volvo ha emitido un comunicado en que apunta que el XC90 en cuestión estaba operando en ese momento con el software propio de Uber y no con el que está desarrollando la marca sueca por lo que ellos no está directamente involucrados en el accidente más allá de ser los propietarios del coche en cuestión. Recordemos que Volvo y Uber firmaron en 2016 un acuerdo de colaboración para el desarrollo del coche autónomo.
Este accidente abre ahora un interesante debate sobre las pruebas de los coches autónomos y de su fiabilidad en esta todavía temprana fase de desarrollo. Desde tiempos inmemoriables, una máquina es tan infalible como de infalible sea su software que no deja de estar programado por humanos. Nunca se pueden tener en cuenta todos los casos posibles y, por ello, siempre se introducen mejoras una vez analizado el porqué de los incidentes en los que se ve involucrado o, en este caso, accidente.
La parte positiva es que gracias a la multitud de sensores con los que cuenta el vehículo, esclarecer los pormenores del accidente será mucho más sencillo que en un accidente convencional y, tras la investigación, poder tomar decisiones que eviten que se vuelva a repetir. Aunque en un escenario en el que el ser humano puede saltarse las normas y crear situaciones casi impredecibles, la infalibilidad nunca podrá estar asegurada.