Por debajo del pasional Adam, el Opel Karl se posiciona no sólo como una opción más económica sino también más racional. Es el urbano puro de Opel, y no sólo es una excelente opción como utilitario entre sus dos opciones, sino que también es uno de los modelos más interesantes en el mercado, dentro de este segmento. Y lo decimos después de haber probado el Opel Karl 1.0 75 CV durante una semana.
Arrancando por su exterior, hay que decirlo: se ha quedado algo ‘atrasado’ respecto a los más recientemente actualizados, aunque sigue teniendo esa llamativa parrilla presidida por una lama cromada con el logotipo de marca en la zona central. El frontal tiene una línea simple, con una forma bastante chata y un paragolpes con una pequeña toma de admisión en la zona central y los antiniebla en la zona exterior. Unos grupos ópticos inclinados que le otorgan una mirada con carácter atractiva, y un lateral simple con la ligera caída en el pilar C que lo hace estéticamente más atractivo, pero sin perder en habitabilidad interior.
En este tipo de modelos, en este segmento de urbanos, la trasera es lo que más cuesta a los fabricantes dar algo de gracia por sus formas rectas, pero Opel lo ha conseguido con el Karl introduciendo un paragolpes de sutiles formas salientes y un portón del maletero también con estas curvas, a las que le acompañan sus ópticas de orientación vertical, acomodadas ligeramente sobre el lateral. Y a este conjunto le acompañan las llantas de 16 pulgadas de la unidad probada, también con un diseño atractivo y un sufrido gris claro.
Pero en este diseño de carrocería el punto clave está en sus 5 puertas. ¿Por qué? Porque es lo que hacen que el modelo sea algo más práctico que sus rivales con un acceso fácil y cómodo.
Pasando al interior, sin embargo, aquí es donde la simplicidad reina. Esto es bueno, y también malo. Bueno porque tenemos un salpicadero sobrio y sencillo, que combina plástico gris oscuro –duro- con plástico negro brillante –duro- de una forma elegante aunque sin grandes decoros, sencillamente con buen gusto. El plástico es protagonista de este interior, pero también es protagonista la buena construcción del mismo, con una sensación de solidez en cualquiera de sus puntos. No es la mejor idea dejar el plástico desnudo en los paneles de las puertas, donde otros fabricantes sí introducen pequeñas piezas de tela para el acomodamiento, pero en definitiva, nos quedamos con el buen hacer de Opel en la construcción general del salpicadero y la consola central.
Y en esta consola central, sin lugar a dudas, el Opel Karl saca la cabeza con su pantalla táctil de 7 pulgadas respaldada por el sistema IntelliLink que da soporte para Android Auto y Apple CarPlay. No nos gusta, nos encanta. Da la sensación de que estamos manejando el sistema de infotainment de un vehículo de segmento y precio superior, y mucho más aún si contamos con Opel OnStar como en la unidad probada, que añade conexión WiFi para hasta 7 dispositivos de forma simultánea dentro del vehículo. Y bajo esta consola central, con muy pocos botones físicos y en general limpia de elementos innecesarios ultimada por las tres ruletas del aire acondicionado, un hueco portaobjetos muy adecuado para llevar el móvil, las llaves… Porque además tiene aquí la toma USB y AUX.
De este interior nos ha gustado eso, que cuenta con varios huecos bien repartidos y de buenas dimensiones. Pero también nos ha resultado destacable, en el puesto de conducción, el volante de plástico que, si bien no tiene un material y tacto tan convincente como otros superiores de Opel, sí hereda la excelente forma y de nuevo una óptima construcción para los botones correspondientes al sistema multimedia y el control de crucero, entre otros. Eso sí, detrás de él nos encontramos con una instrumentación excesivamente simple, principalmente por la pantalla TFT que, francamente, parece la pantalla de una calculadora CASIO. Ya sabéis a qué me refiero.
Dejando esto atrás, como comentamos en el vídeo del interior del Opel Karl, siempre hemos hablado bien de los asientos de Opel, y este es otro punto en el que destaca, aunque hay que matizar. Nos ha sorprendido muy gratamente la marcada zona lumbar que lo hace un asiento mucho más cómodo que el de la mayoría de sus competidores, pero al mismo tiempo nos ha dejado un sabor agridulce esa inexistente sujeción lateral que, si bien tampoco debería ser demasiado marcada en un utilitario, su falta nos hace sentir la espalda demasiado libre incluso en rotondas.
Otro punto mejorable es, en el maletero, que la tapa que cubre la carga no sube cuando abrimos el portón, sino que hay que hacerlo de forma manual. Ahora bien, es únicamente un detalle que poco nos puede hacer cambiar de opinión si tenemos en cuenta que tanto en las plazas delanteras como traseras el espacio generoso para todos los pasajeros, salvo el de la central posterior, y que yéndonos hasta la parte final del mismo nos encontramos con 206 litros de maletero que son suficientes para plantar cara a sus rivales más directos.
Y en la unidad probada contábamos con el motor 1.0 75 CV, un tres cilindros. Cifras que, vistas en frío sobre una ficha técnica pueden dar algo de miedo, pero que realmente hay que experimentar con esta transmisión manual de 5 velocidades. Sencillamente porque no hay las vibraciones típicas de un tres cilindros, y la sonoridad sí está presente pero de una forma no excesiva. Es un motor muy refinado y que responde bien desde la parte baja del cuenta revoluciones. Donde más ‘débil‘ se siente es en las recuperaciones, donde con sus 95 Nm de par máximo se pueden quedar cortos en incorporaciones de 80 a 120 km/h, por ejemplo.
Pero en líneas generales, el 1.0 75 CV del Opel Karl convence. Más aún, claro, por los 5,4 l/100 km que hemos conseguido en circulación por ciudad, o por los 4,7 l/100 km de media en lo que nos hemos movido circulando por autopista. Pero aquí sí es cierto que el Opel Karl se resiente de no contar con Stop&Start, puesto que las medias de consumo en ciudad probablemente se habrían podido reducir aún más, y seguramente es donde más interese al potencial comprador de este modelo.
La experiencia con él en circulación es agradable, y es un modelo que engaña. Aunque esté planteado para uso urbano, es muy apto para salir de la ciudad y hacer frente a la autopista en viajes. Claro que no vamos a poder hacer esto con la mayor comodidad posible si pensamos viajar cuatro adultos con su equipaje, pero seguramente habrá parejas jóvenes que sí quieran hacerlo, y con este motor y su habitabilidad pueden permitírselo sin ningún tipo de problema. Por potencia, pero también por el comportamiento dinámico del más pequeño del catálogo de Opel.
Su puesta a punto sí que, sin lugar a dudas, supera con creces a la mayoría de sus rivales directos, y es algo que debe -entre otras cosas- a la configuración de la suspensión posterior. Si lo más frecuente es que en este segmento nos encontremos con culos rebotones, el Opel Karl asume mejor que la mayoría las imperfecciones del piso y afronta sin despeinarse ritmos exigentes en curvas cerradas a ritmo fuerte, pero es aquí donde en absoluto nos van a ayudar los asientos. Es realmente divertido, y cuenta con un chasis mucho más capaz que su motor, algo con lo que ya nos encontramos en el Adam 1.0 de 115 CV.
En definitiva, y a modo de conclusión, nos ha resultado un utilitario muy versátil, y en líneas generales entre los mejores del segmento. Porque vale que su interior es excesivamente simple y que admite mejoras como los detalles de tela en el apoyo de las puertas, pero ofrece una muy buena habitabilidad para cuatro pasajeros y su equipaje, un motor de tres cilindros a la altura de los cuatro cilindros a los que se siguen agarrando algunos, y una puesta a punto que le hace parecer un modelo de segmento superior. Si Opel trabajase únicamente esos pequeños detalles del interior que comentábamos, como el apoyo lateral de los asientos, se haría un hueco por lo ya comentado, y por su precio, entre nuestros favoritos del segmento.