Después de haber tenido una prueba del Hyundai i30 que nos dejó con buen sabor de boca, esta vez nos ha tocado con uno de sus rivales más directos: el Opel Astra 2016 en su versión diésel con el motor 1.6 CDTI de 110 CV. Un motor superior, evidentemente, pero que bien sirve para comparar un modelo y otro. Además, ambos se han renovado recientemente, y este nuevo Astra está casi recién salido del horno.
En términos de diseño, el Opel Astra estrena la nueva identidad de la marca, que también hemos podido ver ya en el Opel Mokka X. En el frontal tenemos las dos bandas cromadas que se extienden de forma horizontal desde el logo y que dejan ver en la parte justo inferior una parrilla reducida, en plástico negro, muy similar a la del SUV también renovado. Una estética más minimalista aunque manteniendo los faros frontales con unas dimensiones generosas, y muy interesante de ellos que son faros LED matriciales con la tecnología Opel Intellilux.
Los faros del nuevo Opel Astra son uno de los puntos más importantes
Si nos pusiéramos a hablar de estos nuevos faros, quizá tendríamos que abrir un artículo completo nuevo para dedicárselo a ellos. La clave es lo que comentábamos, que son faros LED matriciales con la tecnología Intellilux, pero sobre lo que queremos desarrollar algunas líneas es sobre cómo funcionan y afectan a la conducción. En condiciones normales, apenas vamos a notar nada más allá de que iluminan como se espera de un vehículo recién estrenado, pero cuando damos dos toques de palanca hacia la parte frontal, como si quisiéramos dejar fijas las luces de carretera, entonces es cuando se activa el sistema de iluminación inteligente automática.
En este punto las luces de carretera se activan y desactivan por sí solas, como en muchos otros nuevos modelos, pero la clave es que el foco de luz se adapta al entorno para prestar la máxima iluminación posible sin deslumbrar a otros conductores. Y lo que sorprende es cómo este foco se adapta y se hace más ancho o más estrecho, y se localiza en diferentes áreas, para que durante la conducción nocturna siempre veamos lo máximo posible y de la mejor manera. Sin duda, los faros funcionan sorprendentemente bien.
El interior del Opel Astra cumple satisfactoriamente en espacio ¿qué hay de la calidad?
Dejando a un lado los faros, que como comentábamos es uno de los puntos que más nos ha gustado, sencillamente porque no es habitual en este segmento, en el interior del Opel Astra hay también otros muchos puntos de los que hablar. Lo primero que llama la atención, cómo no en un modelo de este fabricante, son los asientos. Aunque con algunos ajustes mecánicos y otros eléctricos, de nuevo estamos ante asientos de primera calidad por sus formas, y que en calidades de construcción sencillamente cumplen con un tapizado en tela que no da para muchos más comentarios.
Aunque tenemos un freno de mano eléctrico con un botón reducido a la mínima expresión, lo cierto es que la guantera central no tiene un espacio exageradamente generoso, y sobre ella el reposabrazos permite el acomodamiento en una zona más cercana al codo, a veces incómodo si pretendemos algo de deportividad en curvas cerradas, o sencillamente si tenemos un brazo algo largo y estamos manejando el cambio manual de seis velocidades. Eso sí, en carretera se agradece este reposabrazos, de dureza agradable, y contrasta con la moldura lateral de la puerta en la que colocaríamos el codo izquierdo, porque aquí sí que tenemos un plástico duro del que nos vamos a acordar después de un largo viaje.
La consola central está en la tónica de las últimas novedades de Opel, ahora se ha reducido al mínimo la botonera física, y aún así algunos elementos relacionados con el infoentretenimiento se mantienen duplicados, pero la mayoría de las funciones las tenemos a través del control táctil, que responde perfectamente, salvo las del climatizador bizona, dispuestas todas en una botonera física horizontal con dos ruletas sobredimensionadas con agarre de goma. Y teniendo en cuenta esto anterior, que ya es un detalle de calidad, el resto de plásticos son de buena calidad y únicamente se echa en falta que las molduras laterales de las puertas fueran algo menos duras, por aquello de que llevar allí el codo no es del todo agradable después de unos cuantos kilómetros al volante.
A modo de resumen, refiriéndonos al interior, un modelo que puede presumir de habitabilidad ofreciendo buen espacio también en las plazas traseras para dos ocupantes, con sus asientos ligeramente marcados para una buena sujeción lateral y dejando el central algo en el olvido, con la dureza habitual de estos modelos, y con un ancho que no se plantea para tres adultos en ningún caso. El interior es más amplio que en el modelo anterior, y en el puesto de conducción tenemos una mejor visibilidad gracias a la reducción, en grosor, del pilar A.
Elástico: un motor que responde correctamente y una transmisión casi perfecta
En cuanto al motor, de nuevo nos hemos acordado de la prueba del Opel Mokka, pero esta vez por el bajo consumo en cualquier circunstancia. En nuestra prueba con el Opel Astra hemos recorrido kilómetros y kilómetros por ciudad, por puertos de montaña, autopista… y nos ha resultado imposible subir de los 6 l/100 km incluso exigiéndole el máximo al 1.6 CDTI de 110 caballos de potencia.
En autopista, y al ritmo máximo que marca la ley, se ha mantenido en apenas 4,7 l/100 km de media. Evidentemente, exigiéndole algo más de soltura en carreteras de montaña sí que nos hemos ido a los 5,8 l/100 km, pero nos ha parecido en cualquier caso una media más que correcta, y en el conjunto sus 5,3 l/100 km que nos ha ofrecido en recorridos urbanos también nos han resultado idóneos.
Pero claro, las cifras de consumo no nos dirían mucho si no contrastásemos estos datos con su comportamiento. Y la cuestión es que lo más convincente, a nuestro juicio y durante esta prueba, ha sido la configuración de su cambio manual de 6 velocidades que aprovecha toda la elasticidad del motor para permitirnos rodar con fuerza y a buen ritmo apurando una marcha, o en carretera llevarlo a un régimen muy bajo sin ruidos ni vibraciones, y consumiendo realmente poco.
El comportamiento dinámico es muy bueno, pero siempre hay lugar para mejoras
En un compacto de público juvenil, y con un motor diésel que ya empieza a permitir ciertas emociones, aunque el Opel Astra ha demostrado un comportamiento más que válido, lo cierto es que sí se podría pedir una suspensión ligeramente más firme. Los balanceos en el paso por curva no son demasiado criticables, pero aunque reducidos están ahí recordándonos que si buscamos darle gas a un compacto, para eso están en el mercado las versiones deportivas. Y sin embargo, los asientos de los que hablábamos anteriormente sí nos dejan exprimir al pequeño Astra sin miedo a zarandearnos por el interior a merced de las inercias.
Evidentemente hay que dejar a Opel, como a sus competidores, que dejando estos ‘vacíos’ nos ofrezcan a los apasionados de rodar algo más rápido la posibilidad de optar por un modelo con reglajes deportivos. Pero sí es cierto que, aunque no nos ‘regalen’ esa suspensión algo más dura que nos encantaría, no estaría de más permitir un ajuste deportivo de la dirección, como sí hace Hyundai dándonos un plus de dureza en el giro del volante.
Lo que sí es muy destacable es que el paso a la plataforma D2 y haber trabajado para reducir el peso de su carrocería en un 20% se nota, y mucho, precisamente en esas inercias. Lo que tenemos, respecto al modelo anterior, es un Opel Astra que agradece en la conducción la rebaja de 25 milímetros en su altura y esos hasta 200 kilos menos del conjunto.