El comercio electrónico ya está aquí, pero eso no es nada nuevo. Compramos por Internet nuestro móvil, ropa, alimentos, y así con un larguísimo etcétera… sólo falta el coche. Bueno, sólo falta que se generalice, porque algunos de los principales portales dedicados al comercio electrónico –véase Amazon- ya han lanzado promociones puntuales para comprar un coche por Internet, pero el sistema no se ha mantenido, ni se ha extendido a todos los fabricantes.
La red de concesionarios de cada fabricante es la que se dedica a la venta de coches –o comercialización de vehículos-, pero también es la que ofrece el servicio postventa para reparaciones, o sencillamente la atención al consumidor. Esto, como podréis imaginar, genera unos importantes costes para la marca que, evidentemente, los pagamos en la compra de un coche nuevo. Es decir, que es uno de los justificantes de que el precio de adquisición de un vehículo sea más caro.
En un paso intermedio, Volvo introducirá la realidad virtual en sus concesionarios para eliminar las unidades físicas expuestas y permitir que veamos distintas configuraciones, e incluso la mecánica de sus coches.
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Comprar un coche por Internet sería más barato
De lo anterior –y dejándonos matices por el camino, claro- podríamos entender que comprarlo por Internet sería más barato, en tanto que se reducirían los costes que produce una red de concesionarios. Pero nos encontramos con el primer problema, y es que el mantenimiento es imposible por Internet, luego los talleres se tienen que mantener, sí o sí. Es igual, ya nos estamos quitando un coste. ¿Segundo problema? Que no sé a ti, pero a mí me dan ternura esos puestos de trabajo que se perderían por el camino, por mucho que vender coches por Internet suponga crear empleo por la necesidad de una infraestructura de distribución más potente.
Nuevas posibilidades y otras que se pierden
La realidad virtual, por ejemplo, nos permitiría desde casa ‘meternos en el coche’ con unas gafas de 360 grados y revisar su interior o ver su diseño sin tenerlo físicamente presente –el vehículo-. Una ventaja evidente, puesto que no es necesario ese espacio físico –que supone otro coste-, y además se ahorra la ‘unidad demo’ del fabricante –otro coste-. Es decir, con la tecnología –y desde casa- podríamos ver el coche sin tenerlo delante, y además seleccionar acabados y colores de carrocería rápidamente.
La tecnología se introducirá en los concesionarios progresivamente, pero su desaparición en favor de la compra-venta generalizada en Internet no es un horizonte cercano.
Pero hay otro problema, y muy grave, y es que se perdería la atención personalizada. Porque sí, nos pueden vender el coche en videollamada, o incluso con un sistema de inteligencia artifical, uno de esos asistentes virtuales tipo Siri que se adecúe a nuestras consultas y necesidades de forma inteligente –quizá más que un comercial-. Pero dime tú, entonces, cómo Porsche podría ser una de las marcas que mejor tratan a sus clientes, si no hay un individuo humano que preste esa atención personalizada de forma física.
¿Qué piensas tú? ¿Te gustaría que se pudieran comprar coches por Internet?