Inversores chinos están interesados en las fábricas de Volkswagen, en Alemania, que corren el riesgo de cerrar en los próximos años. Quieren estas fábricas para producir eléctricos en Europa y esquivar los aranceles.
Inversores chinos están interesados en las fábricas de Volkswagen, en Alemania, que corren el riesgo de cerrar en los próximos años. Quieren estas fábricas para producir eléctricos en Europa y esquivar los aranceles.

La entrada en vigor de los nuevos aranceles a la importación de vehículos importados de China ha supuesto un contexto radicalmente distinto para estas marcas asiáticas. Que ya estaban atacando el mercado europeo, pero ahora tienen que adoptar un enfoque distinto. Y muchas de ellas están optando por desplegar fábricas en el Viejo Continente que les permitan producir de forma local y sortear los impuestos.
Los fabricantes chinos están estudiando la posibilidad de comprar fábricas alemanas que están en proceso de cierre, y tienen especial interés por las instalaciones de Volkswagen. Revela Reuters, citando fuentes cercanas al gobierno chino, que esto le daría una importante ventaja estratégica a China estableciendo una cadena de producción local en Europa y permitiéndoles eludir los aranceles que se aplican a los coches eléctricos de importación.
Volkswagen está pasando por evidentes problemas en Europa, y fuera del Viejo Continente. Una de las medidas que están llevando a cabo para solventar la situación es una agresiva reducción de costes. Y en este contexto, uno de los planes previstos es el cese de operaciones tanto en planta de Dresde como en la de Osnabrück, desde el mismo año 2025 y el año 2027 respectivamente.
Esta segunda, la planta de Osnabrück, cuenta con 2.300 empleados y tiene un importante interés para los inversores chinos. No obstante, cualquier decisión que pudiera llegar a tomarse estaría sujeta a negociaciones con los sindicatos, que son una parte fundamental en la toma de decisiones en Alemania en el ámbito industrial.
Lo que sí sabemos ya es que existe un claro interés por parte de los inversores chinos en ver cómo se desarrolla la evolución de la crisis de Volkswagen, y en atacar si se diera la situación sobre algunas de sus plantas de producción. A fin de cuentas, la adquisición de unas instalaciones de este tipo es algo mucho más sencillo, e interesante a nivel de costes y de logística, así como de plazos, que desplegar nueva infraestructura como está haciendo BYD tanto en Hungría como en Turquía.
La coalición que gobierna en Alemania, y que lidera Olaf Scholz, tiene una postura bastante cautelosa hacia China, y en multitud de ocasiones ha enfatizado sobre la necesidad de reducir la dependencia económica. Annalena Barbock, ministra de Asuntos Exteriores, ya ha descrito anteriormente a China como ‘un rival sistémico’. Toda Europa sabe bien, pero especialmente Alemania, que el avance de China está siendo rápido, que está dañando seriamente la industria europea, y que existe una fuerte dependencia.
Todas las compañías chinas que tienen activo un plan de expansión por Europa están evaluando ya, y desde hace tiempo, las posibilidades de disponer de infraestructura local en el Viejo Continente. Y algunas ya han iniciado el despliegue, como es el caso de Chery con sus marcas Omoda y Jaecoo asentadas en Zona Franca en Barcelona; o BYD, con sus nuevas plantas de producción en Turquía y Hungría.
Otras, sin embargo, siguen explorando opciones posibles, y las fábricas de Volkswagen en Alemania, que parece que tienen su futuro colgando de un hilo, presentan un importante atractivo de cara a los próximos años.