En los últimos años, el hidrógeno ha ido cogiendo relevancia como opción de combustible. No solo para vehículos, sino también para industria e incluso para que las viviendas puedan tener calefacción si se abandona el gas. En estos momentos, nuestro país tiene ya en marcha un proyecto para convertir España en un hub de hidrógeno verde. Está previsto, entre otras cosas, la construcción de una conexión submarina entre Barcelona y Marsella que, precisamente por estas dos ubicaciones, se denominará BarMar. Será la conexión que permita tener al hidrógeno como alternativa al gas natural. Pero ¿y si el hidrógeno es un ‘bluf’?
Con el despliegue de este plan de construcción de un conducto de hidrógeno verde que conecte Barcelona y Marsella, de nuevo se ha vuelto a plantear el hidrógeno verde como uno de los combustibles del futuro. Sin embargo, aunque el Gobierno de España ya ha ‘vendido’ este proyecto como un paso clave para posicionar a España dentro de Europa en la futura carrera energética, los expertos han empezado a alertar de que existen una serie de riesgos y peligros. Especialmente por lo que implica el transporte de hidrógeno a larga distancia y de este modo. Para este proyecto se va a contar con 2.500 millones de euros de presupuesto más los posibles sobrecostes, pero los expertos ya han lanzado un importante aviso de que será realmente complicado conseguir que esta infraestructura se pueda tener disponible para 2030, que es cuando se ha previsto que esté operativa.
Los expertos alertan de que quizá el conducto de hidrógeno entre Barcelona y Marsella no sea una buena idea
Los expertos han indicado que este hidroducto está ahora mismo lleno de incertidumbres y que se plantea como una inversión arriesgada. En estos momentos no existe una demanda de hidrógeno verde que justifique una infraestructura de este tipo, pero es que tampoco hay previsión de que este combustible vaya a tener una aplicación masiva. Y a nivel de producción, si se presta atención a datos realistas, es fácil apreciar que es difícil producir a un coste suficientemente bajo. De hecho, es por ese motivo por el que desde la propia Unión Europea indican que no es rentable, el hidrógeno verde, frente al hidrógeno producido a partir de combustibles fósiles.
La cuestión es que el hidrógeno verde se denomina así porque es exactamente el mismo hidrógeno, pero con la particularidad de que se produce a partir de agua, llevando a cabo un proceso de electrólisis para el cual se utilizan energías renovables. Y en tanto que se requiere de energías renovables para producirlo, es mucho más caro que el hidrógeno desde combustibles fósiles. Para que nos hagamos una idea, a día de hoy el kilo de gas natural tiene un precio que oscila en la horquilla entre 0,5 y 1,7 dólares; y el hidrógeno verde puede llegar a 8 dólares por cada kilogramo.
Así que en estos momentos, aunque se ha ‘vendido’ a los ciudadanos que el hidrógeno verde es la energía del futuro, el sustituto definitivo al gas natural, y la solución a muchos de nuestros problemas, parece que hay más humo que realidad en estos planes. Los avisos que están lanzando los expertos en la materia es que no hay certezas de que vaya a existir la demanda necesaria como para que tenga sentido alguno el desarrollo de una infraestructura tan masiva y tan cara. Es posible que sí llegue a ocurrir, pero parece que el plan que están llevando a cabo no tiene el respaldo que debería con datos objetivos y una previsión realista.
En uno de los peores casos posibles, este conducto submarino podría acabar siendo usado para transportar gas natural. Y la necesidad de este conducto, si se va a emplear para ello, es ninguna. Se habría gastado una ingente cantidad de dinero de los contribuyentes españoles con la supuesta intención para hacer una transición energética en pro de la independencia de España –en esta materia-, pero para finalmente seguir usando exactamente la misma energía que nos hace dependientes de otros países.