Las baterías de estado sólido son la ‘gran promesa’ del coche eléctrico para los próximos años. ¿Por qué? Porque prometen ofrecer mucha más autonomía que las de iones de litio actuales, incluyendo a las más prestacionales NCM y NCA, y además con sistemas de carga más rápida. Se espera que lleguen a partir del año 2025, previsiblemente en híbridos de Toyota, y por supuesto los primeros vehículos en los que estarán disponibles será en coches eléctricos de gama alta. Ahora bien, su llegada también va a favorecer que haya más coches eléctricos baratos en el mercado.
Cuando lleguen, que como avanzábamos debería ser en torno al año 2025, las baterías de estado sólido serán la última innovación disponible para coches eléctricos. La tecnología más avanzada y, por tanto, en su lanzamiento, también será la opción más cara. Hasta que llegue ese momento ya hemos visto cómo, aunque las baterías NCA y NCM son las que mejores prestaciones ofrecen en cuanto a autonomía –por densidad energética- y tiempos de carga, los fabricantes están poco a poco decantándose por las baterías LFP. Tienen peor densidad energética y por tanto ofrecen una autonomía más limitada, pero a su favor tienen el hecho de ser mucho más baratas y también más longevas.
La crisis actual y la llegada de las baterías de estado sólido, una situación a favor de los coches eléctricos baratos
Este inesperado impulso de las baterías LFP ha llevado a que las compañías fabricantes de celdas se centren en esta tecnología. Que se centren en ello quiere decir que están aumentando su capacidad de producción anual, pero también mejorando la tecnología. De hecho, empresas como BYD o CATL, entre otras, ya trabajan en celdas LMFP. Que son una mejora sobre la base de las LFP también con un coste contenido, muy longevas y con mejor densidad energética. Y por supuesto, poco a poco están reduciendo los costes de producción de este tipo de celdas, que originalmente estaban concebidas más bien para coches eléctricos de bajo coste y prestaciones más moderadas.
A medida que vayamos saliendo de la crisis que afecta en estos momentos al sector del automóvil, la situación irá cambiando. La inflación, la escasez de semiconductores o la sobredimensionada demanda de materiales como el grafito, el litio y los imprescindibles para las baterías, han propiciado un aumento de precios. Se está paliando, como comentábamos anteriormente, haciendo que las baterías LFP no sean una exclusiva de coches eléctricos baratos sino una opción mucho más mayoritaria de lo que a priori le corresponde a esta tecnología. Este mismo año, un 40% de la cuota de mercado serán baterías LFP, y esto solo es una situación puntual.
Cuando esta situación puntual se acabe, este tipo de baterías volverán a quedar solo para ciertos coches eléctricos, y específicamente para coches eléctricos baratos. Pero es que además este ‘desplazamiento’ de la tecnología LFP va a estar impulsado también por la llegada de las baterías de estado sólido. Los coches eléctricos de gama media en adelante contarán con baterías NCM, baterías NCA y, en lo más alto del catálogo, con baterías de estado sólido. De modo que las baterías LFP quedarán para los coches eléctricos baratos.
Para cuando quiera llegar ese momento, las baterías basadas en celdas LFP van a tener tecnologías más avanzadas que las actuales, como las celdas LMFP de las que hablábamos anteriormente. Y además, la industria estará bastante más desarrollada. Más desarrollada en cuanto a costes de producción y capacidad de producción por volumen. Y todo esto, en definitiva, significa que esas baterías que originalmente estaban pensadas para coches eléctricos económicos, efectivamente quedarán reservadas para los coches eléctricos baratos. Pero con una gran ventaja, y es que esta situación puntual va a empujar a que esta tecnología sea todavía mucho más barata cuando lleguen las baterías de estado sólido.