La Formula E tal vez no sea la competición más rápida, ni la que más tirón tiene, ni la que posee mejores circuitos, pero hay dos cosas que no se le pueden discutir: es emocionante y un laboratorio perfecto para nuevas tecnologías al nivel del Campeonato de Resistencia y la Formula 1. Por lo tanto, para su quinta temporada, la Formula E espera una renovación que promete, como poco, resultar interesante.
Está previsto introducir vehículos con baterías nuevas que duren el tiempo de una carrera completa. El cambio obligatorio a mitad de carrera con un pit-stop de un minuto de duración pasará, por lo tanto, a mejor vida. Pero la novedad más importante será la introducción del brake-by-wire, el sistema de frenos de la Formula 1 y de los prototipos de LeMans.
¿Qué es el brake-by-wire?
A groso modo, el brake-by-wire es un sistema de frenos controlado electrónicamente con la finalidad de recuperar energía. En la Formula 1 y en los LMP1, que montan motorizaciones híbridas, forman parte de la llamada MGU-K, que no es sino una unidad de recuperación de energía cinética (Kinetic). Se basan en algo tan simple como que la energía ni se crea ni se destruye: se transforma.
El coche, al desplazarse (y que me perdonen los físicos e ingenieros por las imprecisiones), posee una energía cinética. A mayor velocidad, más energía cinética, por lo que será más difícil detenerlo y nos dará más energía si lo conseguimos. Si frenamos el coche con los dispositivos clásicos, estos, al rozar con el disco de freno que gira con la rueda, convertirá la energía cinética del coche en calor. Lo que hacen los brake-by-wire es convertir esa energía cinética en eléctrica.
Esa conversión le va fantástica a un coche que posee baterías. Ya a día de hoy los Formula E recuperaban energía en la frenada pero, con este nuevo sistema, se prevé un aumento de potencia de hasta 250 kW en clasificación y de 200 kW en carrera, lo que son unos 335 CV y 268 CV respectivamente.