Los coches eléctricos no llevan entre nosotros tantos años como los gasolina o los diésel, así que la fiabilidad de los mismos es algo sobre lo que tenemos menos datos. Pero cada año que pasa tenemos más información que nos revela cómo se desgastan estas baterías a lo largo del tiempo y con el uso. Así podemos saber, básicamente, la vida útil en kilómetros que podemos esperar que sobreviva. Y esto es crítico, por ejemplo, para saber cómo funciona el mercado de los coches eléctricos de segunda mano, por ejemplo. Si sabes cuántos kilómetros duran, entonces sabes qué coches eléctricos usados debes comprar y cuáles no.
Pues bien, se ha publicado un revelador estudio con información sobre más de 15.000 coches de diferentes marcas y modelos y, además, con diferentes baterías. Y en él se puede ver cómo un Tesla Model S con batería de 100 kWh, 85 kWh y 70 kWh ha ido perdiendo autonomía por la progresiva degradación de su batería a lo largo de los años; o un Tesla Model 3 en sus versiones con batería de 82 kWh, 75 kWh y 50 kWh. También hay información de otros modelos como el Nissan Leaf con sus baterías de 62 kWh, 40 kWh y 24 kWh, y datos de modelos como el BMW i3, el Hyundai IONIQ 5 o también el Ford Mustang Mach-e.
Así se degradan las baterías de los coches eléctricos ¿cuántos kilómetros podemos esperar que sobrevivan?
En el estudio hay datos de degradación hasta los 160.000 kilómetros recorridos en muchos de los casos, y en otros el kilometraje es inferior porque son modelos lanzados más recientemente. Y el estudio muestra que después de haber recorrido esta cantidad de kilómetros es habitual que mantengan en torno al 80% de su autonomía original; es decir, que una degradación del 20% parece algo relativamente habitual y común a los coches eléctricos después de 160.000 kilómetros recorridos.
Entre la interesante información que muestra el estudio se puede ver que es muy habitual que la curva de degradación sea acentuada en la parte inicial y, sin embargo, poco a poco se estabiliza. Es decir, que los coches eléctricos tienden a sufrir una mayor degradación al principio, respecto a sus baterías, y sin embargo la pérdida de autonomía va reduciéndose de forma progresiva. El caso del Hyundai IONIQ 5, que es el de la gráfica anterior, es muy evidente: una fuerte degradación hasta los 30.000 kilómetros, aproximadamente, y a partir de ahí la pérdida de autonomía apenas se aprecia a lo largo del kilometraje.
Hay otros datos interesantes que revela el estudio como, por ejemplo, que la temperatura de las celdas es crítica para minimizar la degradación de la batería y, de ese modo, reducir las pérdidas de autonomía a lo largo del tiempo y el kilometraje. Es decir, que un buen sistema de refrigeración es crucial para garantizar una larga vida útil de un coche eléctrico. Y los sonados casos de degradación del Nissan Leaf son un buen ejemplo de ello, aunque también se ha podido comprobar que la profundidad de la descarga es un factor importante en este sentido.
Los sistemas de carga rápida pueden acelerar la degradación de las celdas de las baterías de los coches eléctricos, porque provocan una mayor temperatura de las celdas. Pero también el hecho de descargar excesivamente la batería es perjudicial para su vida útil. Por eso es que se recomienda, en la medida de lo posible, mantener la batería siempre en cualquier punto entre el 20% y el 80% de su capacidad. Con eso se consigue que la batería sufra de una menor degradación y que, por tanto, a lo largo de los kilómetros la pérdida de autonomía sea menos acusada.