Carlos Sainz acudió una vez más al programa de El Hormiguero que presenta todas las noches Pablo Motos en Antena 3 para hablar, entre otras cosas, de sus perspectivas de cara a la temporada que acaba de arrancar del Campeonato del Mundo de Fórmula 1. Consciente de su coche y sus posibilidades, vería con buen ojo terminar octavo al final de temporada.
Aunque nos pueda parecer que una respuesta así dice poco de la ambición de Carlos Sainz, lo cierto es que es completamente realista acerca de las posibilidades reales que tiene Renault. Tal y como el mismo declaraba, «tres equipos están por encima de los demás: Mercedes, Ferrari y Red Bull.»
Sabe que para poder ganar se necesita un periodo de dos o tres años para poder alcanzar a los rivales, es por ello que tanto la propia Renault como McLaren con Fernando Alonso están invirtiendo mucho tiempo y dinero para poder volver a ganar. Como el mismo desvelaba, el espionaje en la F1 está a la orden del día para saber qué es lo que llevan tus rivales, con fotógrafos contratados por los equipos para fotografiar los coches de los rivales y luego mostrar las distintas partes en detalle.
Un plátano, un problema con el agua y un día para olvidar
Una de las preguntas que se le hicieron fue qué le ocurrió exactamente en el pasado Gran Premio de Australia donde Sainz estuvo a punto de vomitar a mitad de carrera. Tal y como contaba, todo empezó con un plátano que podría estar en mal estado y al cual sólo dio dos mordiscos. Luego en carrera y durante las primeras dos docenas de vueltas, bebió mucho líquido hasta que pudo arrancarse el tubo por el que bebe del casco y evitar que se mojase el mirófono, aunque terminó lleno del líquido rojo de la bebida.
«Estuve a punto de vomitar. Prefiero no saber qué ocurriría si vomitas. Supongo que por la velocidad, rebotaría en la visera y regresaría a mí. Yo intenté por todos los medios no hacerlo, espero nunca experimentarlo.»
De cara al próximo Gran Premio, el de Bahrein, Carlos Sainz salía de viaje hoy mismo. En total y a lo lago del año está entre 220 y 225 días fuera de casa y coge una media de 100 vuelos al año. Esto le permite, según sus propias palabras «tiempo para ver muchas películas».
Por último también se le pregunto por su gusto por los rallyes, algo que Sainz afirmo que va en aumento y que aprovecha cualquier oportunidad para intentar que su padre le permita correr alguna prueba e, incluso, «convencer a Peugeot para poder quedarse con el coche del Dakar y así poder probarlo.» No descarta algún día poder llegar a competir precisamente en el Dakar, pero de momento lo ha dejado en el aire.