La tecnología de baterías está constantemente evolucionando y, en realidad, a día de hoy la autonomía de los coches eléctricos ya no es el mayor problema. De hecho, aunque las baterías NCM tienen unas mejores prestaciones en este sentido, las que se están imponiendo son las baterías con celdas LFP. ¿Por qué? Pues porque son bastante más baratas y, además, aunque su densidad energética es inferior, tienen una vida útil muy superior. Y eso es, precisamente, lo que se ha logrado con unas nuevas baterías que cuestan un 25% menos y que, sorprendentemente, consiguen una duración tres veces superior a las actuales en lo que se refiere a la vida útil.
Una investigación del Laboratorio nacional de Argonne, en Estados Unidos, ha descubierto que la mayor parte de la degradación de las baterías se produce en el cátodo, desde donde fluye la corriente. Los ciclos de carga y descarga hacen que el electrodo sufra expandiéndose y contrayéndose, y es lo que han podido analizar de forma detallada con un equipo de diagnóstico. A raíz de esa investigación han desarrollado un nuevo cátodo basado en perovskita, un material que conocemos por sus prometedoras mejoras en el campo de la energía fotovoltaica. Gracias a esta estructura catódica, el equipo encabezado por Tongchao Liu ha conseguido multiplicar por tres la vida útil de las baterías y, además, reducir su coste un 25%.
Adiós al cobalto, una nueva estructura para el cátodo logra baterías un 25% más baratas y triplica su vida útil
En esencia es un nuevo diseño de batería, pero que permite mantener la química de las celdas actuales. La diferencia crítica está en que esta innovadora estructura catódica prescinde del cobalto. Y esto es importante, porque se trata de un material que es escaso y bastante caro. Por eso, esta batería no solo consigue mejorar la vida útil de una forma significativa, igual que lo logran las celdas LFP con respecto a las celdas NCM, sino que además reduce el coste de producción de las baterías de una forma considerable.
Ya hay varias empresas que han manifestado interés en llevar a producción este tipo de baterías que, por sus características y particularidades, bien podrían servir para sustituir a las actuales baterías tipo LFP. Se estima que una batería de este tipo podría servir para hacer más de 2 millones de kilómetros en un coche eléctrico. Así que no solo podría ayudar a reducir los precios de los coches eléctricos, en tanto que la batería es el componente más caro de un vehículo eléctrico, y además con una importante diferencia. Es que además también reduciría el gasto a lo largo del tiempo en movilidad, en tanto que puede extender la vida útil de los vehículos.
En estos momentos, como ya sabemos, la industria del automóvil, y los fabricantes de baterías para coches eléctricos, están muy centrados en optimizar la velocidad de carga de las baterías. Ahora bien, mientras tanto siguen introduciéndose mejoras que permitan lograr una mayor vida útil y, por supuesto, se está trabajando intensamente en tratar de reducir los costes de este componente. Las mayores líneas de evolución son las prometedoras baterías de estado sólido, que según Toyota llegarán dentro de muy poco tiempo; y las baterías de sodio.
Las baterías de sodio ya se ha visto que son la tecnología más barata que está en camino, pero al mismo tiempo son baterías que tienen una densidad energética muy limitada. Por eso, sí, se espera que lleguen próximamente a coches eléctricos, pero de muy bajo coste y con una autonomía que los deje limitados a un uso urbano. Este tipo de baterías, con química basada en sodio, parece que tendrá más sentido en sistemas de almacenamiento energético a nivel residencial, apoyando las instalaciones de energía fotovoltaica.