Tras haber hecho una prueba del Opel Astra 2016 era momento de vernos las caras con el Opel Astra Sports Tourer, la versión familiar del nuevo compacto que, en el caso de nuestra unidad probada, monta el bloque de 1.4 litros turbo, de gasolina, con una potencia de 150 CV. Con una longitud de 4,70 metros, el Astra familiar se presenta sobre el papel como una de las opciones más interesantes de su segmento, pero ¿qué se puede decir de él revisándolo al detalle?
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Diseño
En su diseño llama la atención el frontal heredado directamente de la carrocería de compacto, y no por otra cosa sino por su aspecto deportivo con la reducida parrilla central con dos labios cromados y el logotipo central en posición protagonista, a lo que hay que sumar las imponentes ópticas principales que, en este caso, cuentan con la tecnología IntelliLux, con LEDs matriciales de apoyo que regulan la iluminación de carretera para no deslumbrar, pero tampoco dejar puntos sin luz en el horizonte. En el lateral ya sí vemos lo evidente, y es que esta es la carrocería familiar. Una línea de techo con una caída mínima, pero acentuada por el contorno cromado del acristalamiento lateral y la hace parecer más dinámica cuando, en realidad, no lo es. Es muy recto en la parte posterior, desde el pilar B hasta su fin, pero esto también favorece la habitabilidad en las plazas posteriores y especialmente el maletero.
En la zaga, el Astra Sports Tourer mantiene formas más regulares en sus ópticas perdiendo ese aire deportivo del frontal, sencillamente se pierde el mordisco adoptando un mayor foco para la iluminación de la marcha atrás. También el portón trasero es más recto, y el paragolpes posterior, y aunque se pierde esa estética deportiva, se vuelve de nuevo a ganar en habitabilidad para el maletero y se refuerza una imagen más ‘adulta’. En cualquier caso, igual de atractivo y, en este caso, equipado con LED también en los grupos ópticos posteriores.
En el Opel Astra Sports Tourer tenemos nada menos que 33 centímetros más de largo que en la carrocería de compacto, y se los lleva prácticamente todos ellos la zona posterior al eje trasero. Tiene algo de voladizo fácilmente apreciable a la vista, pero que en la conducción apenas se percibe, si es algo que preocupe a alguien por la maniobrabilidad.
Interior
El interior es más grande de lo normal en su segmento, y esto se debe a que está a la altura, en longitud, de un Mercedes Clase C de carrocería familiar. Ahora bien, a pesar de que su interior es más habitable de lo que uno espera en este segmento, lo que sí mantiene muy similar es la distancia entre ejes, luego la estabilidad en carretera, y también su espacio interior, aunque son más generosos no están perfectamente alineados al segmento superior. Siguiendo con el interior, un punto muy positivo es que, en altura, la habitabilidad para todas las plazas es correcta, y en anchura y longitud de los asientos traseros se mantiene también correcto, según se espera en el segmento, y con especial atención a la practicidad, con detalles como el resposabrazos con todo el ancho del respaldo central posterior. Además, estos asientos se pueden abatir por completo o de forma parcial, y el maletero es especialmente aprovechable por sus formas regulares, a pesar de que se queda con 540 litros de capacidad algo por debajo de gran parte de sus competidores.
Retomando el tema de la practicidad, este mismo maletero podemos abrirlo con una doble pulsación en la llave, en su botón dedicado, colocando el pie bajo el paragolpes posterior, o de forma remota desde el asiento del conductor. En este, el asiento del conductor, tenemos un botón colocado en la puerta que permite abrirla al máximo o tres cuartos. También se puede cerrar desde aquí, desde la llave, y abrir o cerrarla automáticamente desde el propio portón, con botón interior para mayor comodidad.
En cuanto a las plazas delanteras, que lo hemos dejado para el final porque son pocas las diferencias con respecto al Opel Astra en su versión compacto que ya probamos semanas atrás, de nuevo nos encontramos con un generoso espacio para los dos ocupantes. La consola central es limpia, minimalista, gracias al protagonismo de la pantalla táctil de 8 pulgadas y la reducción de botones que Opel ha introducido en todos sus más recientes modelos. Eso, y que además tenemos freno de mano eléctrico, lo que también favorece un mayor espacio- Todos los controles son muy intuitivos, salvo quizá el control del reproductor de música en el volante, con los botones de ‘siguiente y anterior pista’, con orientación vertical y no horizontal.
De nuevo Opel cumple con las calidades interiores y sorprende especialmente por el volante y los asientos, tanto por materiales como por formas. Regulación en altura y profundidad para el volante, algo más fino y con formas muy marcadas, y todas las regulaciones posibles para el asiento, aunque manuales salvo en el caso del ajuste lumbar, este sí que con regulación eléctrica. Donde se echa en falta un tacto más blando, eso sí, es en la moldura de la puerta al alcance del codo izquierdo, mientras que para el derecho tenemos reposabrazos central extensible desde la tapa superior de la guantera, algo más cómodo.
Comportamiento dinámico y motor
Ya a los mandos del Opel Astra Sports Tourer vemos que, evidentemente, la configuración de chasis es muy diferente a la del compacto del que deriva. En este caso, como ya adelantábamos, hemos probado el motor 1.4 Turbo de 150 CV con la transmisión automática de convertidor de par. Y la primera sensación que ofrece es la de un motor holgado, muy holgado, que se presta a una entrega de potencia temprana, desde muy abajo en el cuenta revoluciones. La aceleración es más que correcta, y el empuje está repartido de manera muy uniforme, pero sí es cierto que en torno a las 3.500 rpm es cuando desprende toda su actitud. En cuanto a los consumos, a ritmos normales en autopista hemos conseguido mantenernos en sólo 6,6 l/100 km, y digo solamente, porque en ciudad el consumo sube hasta los 9,5 l/100 km fácilmente. Así que en autopista estupendamente, en ciudad el consumo no devuelve datos tan positivos.
Otra cosa es la transmisión, el cambio automático de convertidor de par se muestra torpe en ciertas ocasiones. En una conducción normal, tienda a acomodarse en la parte más baja del cuenta revoluciones y quizá más pronto de lo que se espera, lo que fuerza a hacer más cambios de los necesarios, y con este motor eso se traduce en algunos tirones. En una conducción algo más alegre, más de lo mismo, el cambio responde muy bien a las recuperaciones reduciendo casi siempre cuándo y dónde debe, pero en seguida se acomoda por debajo de las 2.000 rpm, lo que únicamente nos gusta en autopista, y por lo que significa sobre los consumos.
El comportamiento dinámico es otra historia, porque a pesar de que el reglaje de suspensión es más blando que en un Astra compacto, admite conducir con cierta diversión, y sobre todo se muestra seguro en curva. En esto ayuda también la dirección, que transmite perfectamente todas las sensaciones que busquemos. Lo que tampoco nos ha convencido demasiado es la frenada. El pedal de freno tiene algo de recorrido muerto, y aquí sí podemos encontrar que se pierde tacto, aunque lo cierto es que al poco tiempo nos acostumbramos.